Una noche tormentosa,
una noche espesa y fría,
corría por la ladera
de los vientos agoreros:
una luz se prende allá
en lo alto del campanario
“nunca hay nadie ahí
a esa hora…¿qué hago?”
Frío en mis manos,
frío en mi pelo,
frío en el cuerpo,
fría el alma y mucho
mucho miedo; esa
noche fue terrible
y yo ahora lo recuerdo.
En mi infancia tuve miedo
porque no estaban mis
padres, ni mis hermanos
o abuelos: ¡solo, solo, solo!
Comentario
La soledad nos persigue, poeta, como nuestra sombra. Saludos desde mi bella VENEZUELA. Eladio
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