"No le toques a la niña", clama el viento
un grito de advertencia, un ruego sincero
Su inocencia es un tesoro puro y ligero
resguardado en el halo de su propio cuento.
Como pétalos de rosa, frágil y hermosa
ella merece un mundo de amor y de calma
En su mirada, un universo se embalsama
y en sus sueños, la vida es luminosa.
Protejamos su risa, su risueña mirada
que el mundo sea su hogar, su tierna morada
No le arrebatemos su infancia, su alegría,
Porque la niña es el mañana que florece
guardemos su esencia, que en su alma prevalece
y así, en sus alas, encontraremos la utopía.
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