NI EL RODAR DEL ORBE
Después del atardecer, el silencio
a rastras confundidas intentaré
ocultar
su solemnidad dentro la quieta
frialdad del arroyo, viajero trotamundos.
A punzadas quedaba aletargada
apenas perceptibles el eco del concierto
pasajero
como si fueran burbujas desesperadas
desapareciendo en su brevedad de soplo.
Adormilado todo el encanto
a la redonda la majestad inerte
gobernaba
con su manto fúnebre, qué distante
el guiño de los luceros, casi azules.
Entre el barullo y multiplicidad
de los desencantos apenas sobrevivirá
moribundo
el fulgor, casi diluido de una mirada
clavada en el mismo pesado eslabón del recuerdo.
Aún conservaba el verdor del envés y revés
sin duda, el agua celestial habrá dado paso
a sobrevivir
a quien con su sombra reclina todo. Qué importa
la piedra abandonada ni el rodar del orbe.
Orlando Ordóñez Santos
Derechos Reservados – Imagen de la Red.
PERÚ.
¡Tienes que ser miembro de ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME para agregar comentarios!
Únete a ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME