No me mires así,

muchacha hermosa,

como si me lengua

escupiera fuego.

No necesito decirte,

que por ti vivo y muero

y que si tus dos pardos luceros,

 no se hicieron ,

para adornar mi cielo,

entonces,

mejor callo y muero.

Déjeme decirle,

mujer de mis antojos,

que todos los besos

 que atesoro,

dentro del viejo cofre

de mis recuerdos,

se esfuman en un instante,

cuando me miras distante.

 

Autor: Marco González Almeida

                                                                        El poeta de Aragua.

 

 

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