Era un día cualquiera… ¿ En realidad existe un día cualquiera? Es uno el que lo piensa así y el destino quien lo decide.


Alejo no debía estar en su trabajo, pues solicitó unos días de descanso, por lo tanto lo aprovechó para hacer lo que más le gustara.

Vivía con su madre, era apuesto y joven, tenía un buen trabajo y sus estudios estaban por terminar. Sería abogado. Sin embargo, siempre fue un solitario. Pocos se decían sus amigos a pesar de tener muy buen genio pero corto en la palabra.

Le gustaba escuchar, le gustaba ir a la montaña, le gustaba alejarse por el río y olfatear aroma de agua fresca. Se enamoraba de los paisajes  y solo una vez, creyó que también lo hacía de una joven de su edad.

Quizás, no era Alejo lo que atraía a la joven, pues pronto mostró su desánimo en la relación y poco a poco, se fue distanciando.

Fue un profundo dolor para el joven, quien, con sensibilidad infinita, intentara de mil formas adaptarse a sus gustos.

Ese día, avisó a su madre que navegaría por unas horas en su

bote con Belle, su hermosa perra cazadora, que lo adoraba.

El día era ideal, la brisa suave, la música tenue desde su móvil.

Era feliz y trataba de olvidar todo dolor, sin embargo algo

inesperado lo esperaba detrás de los riscos costeros que tan bien conocía…

Algo cambiaría su vida, su pensamiento, sus ilusiones.

Algo llamado “Destino”, lo invitaba a navegar hacia lugares aún

poco conocidos, con ese deseo íntimo y claro, de calmar su

corazón.

Fue Belle, quien se percató de algo raro, se paró y enfiló su hocico hacia adelante, empezó a ladrar en la forma que acostumbraba cuando percibía peligro…

En el acto, Alejo dejó de remar…

¿Qué te pasa, Belle, porqué ladras?

La adiestrada perra, intensificó sus ladridos...iba y venía en el

estrecho bote...miraba hacia adelante y hacia su amo...era más

que notable su nerviosismo.

Al no ver nada extraño, ni sentir ruido alguno, nuestro amigo decidió continuar remando…

Y de pronto, apareció frente a ellos, como llegada de la nada, una balsa de gran tamaño, y sobre ella un cuerpo humano semi desnudo...era un hombre, aferrado a unos cajones...un enorme perro sentado a su lado.

Belle, cambio el tono de sus ladridos, ahora aullaba…

El bote de Alejo, quedó enganchado a la precaria balsa, y trató de entablar conversación con aquel hombre...pero al no recibir

respuesta alguna, decidió tocarlo por medio de uno de sus remos…no hubo reacción alguna...solo el perro emitió unos gruñidos.

Dos posibilidades, o el sujeto estaba desmayado o...quizás sin vida.

Buscó la forma de arrimarse a la orilla que estaba cercana,

arrastrando la balsa.

Tenía un extraño presentimiento.

Algo en esa persona, le resultaba conocido. ¡No se equivocaba!

Cuando estuvo en lugar seguro fue rápidamente a girarlo para

ver  su cara... y se encontró con el padre de quien fuera su novia hacía tiempo ya.

Estaba desmayado. Buscó agua fresca intentando reanimarlo.

Al poco tiempo, el rostro fue tomando color hasta que abrió los ojos pesadamente...

-¿Qué  me ocurrió?- balbuceaba. -¿Quién eres?.

Alejo le explicó lo ocurrido diciéndole quien era y fue allí donde lo observó con sorpresa.

Tú amabas a mi hija-  le dijo y su mirada se agudizaba.

Sí, la amaba- respondió con calma. –Pero no se preocupe ahora, ya que no estamos juntos. ¿Qué lo trajo hasta aquí?

El hombre se puso de pie y fue lentamente hacia los cajones de la barcaza..-¡Esto!- exclamó…

Un cofre de apariencia muy antigua, brilló ante los ojos, abiertos de par en par del anonadado Alejo…

-No salgo de mi curiosidad...¿dónde lo encontró?...¿qué contiene?

-Despacio, no seas apresurado, te lo explicaré, lo que si debes asegurarme que mantendrás el secreto, no permitiré que sea del dominio público mi hallazgo.

-De acuerdo tiene mi palabra, adelante…, lo escucho…

Y durante largos minutos, el singular hombre, que resultó ser un intrépido navegante, relato una historia, con pasajes, que, en varios momentos aparecieron como sacados de esos cuentos de las Mil y una noches.

Cuando el extravagante personaje, dio por finalizado su peculiar descripción de lo acontecido hasta el encuentro con el ex novio de su hija, ahora sabedor de su historia aventurera, decidió abrir el enigmático cofre y poner en descubierto el inesperado contenido, ante su flamante colega.

Al abrir la pesada cobertura de uno de ellos, el brillo del oro, resplandeció.

 Alejo, estupefacto, quiso saberlo todo, pero algo extraño veía en el personaje.

-¿Sabes?- le dijo- Cuando tú y mi hija se separaron, ella no quiso hablar más conmigo porque fui yo quien intercedió para que lo hiciera. Desesperado, fui a ver a un viejo sabio en la montaña y él me comentó sobre un naufragio cercano y un tesoro nunca encontrado. Me dijo sabiamente, que mi duro corazón había producido el naufragio del de mi hija y solo si lo encontraba, lo podría recuperar.

-Ahora comprendo, dijo el joven, tantos motivos que iban apareciendo, aclarando la reacción de su amada.

-¿Y que hará con esto?

Me aconsejó que lo distribuyera entre los humildes sin quedarme con nada y le diera un beso a mi hija en la frente, cuando estuviera dormida. Ella, al día siguiente, volvería a tus brazos, que nunca debió abandonar.

El muchacho no podía creer la historia, sin embargo, allí estaba la prueba.

-También me dijo que podía llegar a morir en el empeño, pero era mi deuda y, si lo lograba, alguien amado me salvaría.

Nada más por hablar. Mudos ambos, se tomaron las manos y dejaron que las lágrimas se confundieran en un abrazo.

Alejo volvió a su casa una vez que el hombre y su carga estuvieran a buen recaudo. No preguntó nada más. Solo dejó obrar al destino.

El destino mismo, golpeó días después la puerta de su hogar. Quien había sido su novia y único amor, lucia preciosa y tímida ante su mirada.

-¿Me perdonas Alejo?- fue su única pregunta.

Una mano se tendió, los ojos absortos en la mirada temerosa, la observaban. Otra mano se posó como mariposa.

Siempre debemos apostar al tiempo, a los cambios, a los sueños. Siempre hay realidades parecidas a los milagros y milagros constantes y cotidianos.

El Viejo y sabio montañés descansaba plácidamente.

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Autores

María Marta Britos (Argentina)

Beto Brom (Israel)

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*Imagen de la WEB c/texto anexado

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Comentario

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PLUMA ÁUREA
Comentario de Beto Brom el noviembre 7, 2024 a las 12:31pm

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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