LULY Y AYRTON
Viven pendientes de mí,
siempre detrás de mis pasos,
nunca pierden la ocasión,
de acomodarse a mi lado.
Cuando los acaricio,
lengüetean muy contentos,
a la palma de mi mano
y les brilla la ternura
naciendo en sus ojos mansos.
Saben cuando estoy durmiendo
y respetan mi descanso
alborotan toda la casa,
para cuando me levanto,
aceptan mis silencios,
perciben si estoy enojado
y despacito se acercan
para quedarse a mi lado
sabiendo que su presencia
Cambia mi estado de ánimo.
Cuando me embronco y les grito
me miran sus ojos mansos
y en el fondo de sus miradas
hay un reproche velado.
Me acompañan alegres,
siempre detrás de mis pasos,
son como el viento fresco
en un día de verano.
A veces pienso. que no son perros,
son como hijos o hermanos,
si hasta creo que me hablan
y soy yo, el que no entiende,
lo que me dicen ladrando.
Dueños y señores de casa
(y del campito de al lado)
patrones de la vereda,
cuando a la tarde los largo,
marcan su territorio,
huelen, miran,
pegan su hocico en el pasto
Hasta que encuentran un hueso,
luego, con caritas de traviesos
y con el hueso en la boca,
vienen a echarse a mi lado.
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