Ensimismado en sus preocupaciones, no se percató que el tren, quizás como asociándose a sus pensamientos, ignoró el tiempo transcurrido y cual bólido desenfrenado, continúo su carrera sobre los rieles paralelos semejantes a la muerte y la vida.
Su mente convulsionada desató, sin escrúpulos, las ataduras que durante lustros, coaccionaban su libertad de pensamiento y por ende de expresión.
Las vías soportaban el coloso de hierro, vibraban como anunciando la llegada vertiginosa del monstruo que no sabía de razón, las fronteras desaparecieron, no era momento de vacilación alguna, ya era imposible volver atrás, el misterioso juego había comenzado.
Las imágenes volaban a través de la ventanilla, imposible distinguir que era verdadero y que no.
Cerró sus ojos, una luz enceguecedora encandiló sus deseos de recapacitar.
Entendió que la hora veinticinco repiqueteaba sin cesar, las campanas del raciocinio dijeron la última palabra.
Un escalofriante chirrido logró volverlo en si.
El convoy de la libertad llegó a horario a la estación final del recorrido.
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*Registrado/Safecreative N°1210152510640
*Imagen ilustrativa de la Web
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