La madurez es aquella edad en que uno

ya no se deja engañar por sì mismo.

Ralph Waldo Emerson.

El tiempo marca el paso, la distancia
se aleja y nubla la senda recorrida,
el viento se arrastra en el transcurrir continuo de las olas
donde pasa rasante la gaviota
cándida, lenta, sin accionar sus alas
picoteando la espuma que se eleva
y baña su plumaje con el salitre de la costa

El sol avanza, se diluye,
en la extensa llanura en movimiento
en sus primeros rayos matutinos.

la gaviota dibuja su sendero
con el albo escarchado de sus plumas
picoteando el arcoíris de las olas
se eleva en la inmensa planicie verdiazul
pinceladas que se pierden en el lienzo
zigzagueando ante la prisa de la senectud.


la gaviota se unió al espejismo azul,
pero quedó la silla, donde estuve observando la mañana
extasiado, entre la aurora y la cadencia senil de la gaviota.


Tal vez, regrese algún día, a hacer su nido
en el acolchado asiento de la silla.

© Cástor A. Olivier O.
El hijo del Cisne.
Patrimonio Cultural de Venezuela.

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