La mañana está allí
con un trocito de frío y el canto
de la señora. Ha vuelto
con su caminar pesado
y su cesto sobre la cabeza; suelta
su voz melodiosa, dejando frases
colgadas en cuerdas callejeras
para que alguien las compre: "guandules, guandules, limones, limones"
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