Borda la luna su manto
con cordoncillos de plata,
y un sutil collar de nardos
se enhebra en sus enaguas.
El cielo abre sus flores
y las arroja sobre el mar.
El agua entre corales
emerge para cantar.
En la tierra las gitanas
bordan un pañuelo blanco
con cenefas plateadas
y un cordoncillo dorado.
Un gitano está rezando
desde las luces del alba,
desea que en el lienzo blanco
germine la rosa grana.
Alguien templa una guitarra,
las gargantas carraspean,
da comienzo una taranta,
le sigue una petenera.
Se acercan por las veredas
coros cantándole al viento,
en caderas las gitanas
portan canastos de pétalos.
El aire trae incertidumbre;
cientos de ojos acechan
y un rumor frío de gente
forma una extraña aureola.
El lecho florece claro
luciendo un brillo de altar.
Por el cielo entre luceros
se ve a la luna llegar.
La blanca tela se extiende
por el albor de la cama.
La luna en ella se tiende
y más tarde una voz exclama.
―¡No he visto la mancha roja,
fluir en el blanco pañuelo!
La luna mira asombrada
a los ojos de un lucero.
¡Un apenado caló
agarró un frío puñal
y, dolido, lo clavó
en la gran luz celestial!
La luna muestra una herida,
¡es la herida de la muerte!
La noche negra deambula
y su oscuridad se cierne.
¡Las estrellas han huido
y el cielo cierra sus puertas!
¡La claridad se ha escondido!
¡Ya susurran las tinieblas!
El mar oculta sus aguas
entre una capa mortuoria,
los barcos arrían las velas
y el puerto caído llora.
Se apagaron las hogueras,
las mentes, blancas quedaron,
y jinetes sin espuelas
en carromatos huyeron.
Dolido bramó el viento.
Las miradas se perdieron.
Se desvaneció un ensueño.
Suspiros al vació se fueron.
Abalorios se oxidaron
y el cobre ennegreció.
Los mimbrales se doblaron
y el cante enmudeció.
Por el viento suenan
guitarras que imploran.
Los gitanos tiemblan
y las gitanas lloran.
La luna se muere,
se apaga y solloza,
no tiñó su sangre
una rosa roja.
©Adolfo Caballero Guirado
Comentario
Gracias Aimée por sus bonitas palabras.
El lecho florece claro
luciendo un brillo de altar.
Por el cielo entre luceros
se ve a la luna llegar.
La blanca tela se extiende
por el albor de la cama.
La luna en ella se tiende
y más tarde una voz exclama.
―¡No he visto la mancha roja,
fluir en el blanco pañuelo!
La luna mira asombrada
a los ojos de un lucero...
Haces alusión a la luna, las estrellas, la mirada del amor divisando sus detalles, la melodía y el trinar del romancero que inspira y seduce, el eco del viento que trae consigo la incertidumbre, las guitarras plañideras y el llanto de las gitanas frente a lo nefasto y lo adverso que engendra la nostalgia y el canto triste de la noche cuando la luna se oculta.
Un bello romance lleno de maravillosas imágenes poéticas que le dan un toque fabuloso para disfrutar de tan sublime melodía.
Ha sido un gusto tenerte en nuestro portal de letras con este aporte extraordinario.
¡Felicitaciones!
Rosa Elizabeth, me alegro que te haya gustado. Gracias por leerlo
Hermosos versar. La luna, las flores, el mar, las estrellas, el viento, guitarras que imploran y gitanos que tiemblan cuando la luna se muere, se apaga y solloza, no tinio su sangre una rosa ni los panuelos.
Una confulacion de elementos que al final llenan de tristeza cuando la luna se apaga porque sangra y el cielo se ensombrece.
Me ha encantado leerlo. Muy lindo.
Saludos y buenas tardes.
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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