La pintada.

[Carlos Eduardo LAmas Cardoso]

La pintada.

 

Ahh, si ustedes hubieran conocido a La pintada en sus buenos tiempos...

 

De pronto aparecio viviendo en un pequeño cuartito de la vecindad.

Nadie supo jamás de donde venía porque nadie nunca se atrevió a preguntar.

Era una mujer de esas que quitan el aliento, de esas que cautivan desde la primera vez que se le mira.

La recuerdo muy bien con aquél vestidito de colores de primavera, cortito y escotado, que dejaba ver su voluptuosidad en su máxima expresión.

Era frecuente verla acompañada de un hombre o de otro, entrando y saliendo de su humilde cuartito.

Así pasaron varios años, La pintada entrando y saliendo, y yo simplemente admirandola en silencio.

El tiempo paso y la vida me llevó por rumbos diferentes. Pero la vida es una ruleta y a veces nos regresa a los lugares de inicio.

Fue así como hace poco tiempo, regrese a aquella pintoresca vecindad donde pase algunos años de mi niñes, y por que no decirlo,,, donde conocí a mi platonico amor.

Al ingresar al patio, me llamo la atención una señora recargada en el marco de un viejo portón, ya entrada en años y con la pesada carga de la vida en sus ojos sombríos. Un hombre viejo platicaba con ella y en un momento ambos entraron al humilde cuarto. Unos minutos despues aquel hombre salio con una triste sonrisa en los labios.

Al rato, La pintada nuevamente se acomodaba en lo que parecía su nuevo lugar de espera. Fumando un cigarrilo y sonriendo complacida por haber obtenido el dinero del día.

Ahh, si ustedes hubiesen conocido a la pintada en sus buenos tiempos...

 

Carlos Eduardo Lamas Cardoso.

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