La corriente que nunca toca puertos

[Armando Acuña]

Balsa desamarrada
de muelles.
Desnudándose lento
de sus propios maderos.
Esquiva de vientos propicios.
En deriva de su alma,
su pellejo y de su qué?.
A borbotones
grito bajo el mar
lo que no pude cantar en el cielo.
Si ya el nombre barco
no es humano
no le pongas nombre
a un montón de palos,
demasiado húmedos para fuego,
livianos aún para el abismo.
Troncos sostenidos por nudos ciegos
enhebrados por hilos ya carcomidos.
Podrás decirme ahora,
gaviota lejana,
¿Dónde está la isla flotante
de las balsas perdidas?
Evitaré esa ruta
donde encallan los desesperados
al último toque de campana.
Déjame vagar así,
en la corriente profunda
que nunca toca puertos.
Tampoco regreses al lugar
en que me viste por última vez,
si lo haces perderás costa y descanso.

[Armando Acuña]

Benjamín
Muchas gracias por tus palabras
Un abrazo amigo poeta

[Armando Acuña]

Gracias Iris por tus gentiles comentarios
Un fuete abrazo querida poeta

[Benjamín Adolfo Araujo Mondragón]

¡Buen poema, Armando!

[Iris Girón Riveros]

En la lejanía

nada responde,

ni gaviotas

ni esperanzas,

solo hay silencios,

pero es mejor evitar esas mismas rutas.

Un saludo cordial Armando.