LÁGRIMAS
…Lloré, bien mío, porque mi corazón estaba triste de ausencia.
…Cerré los ojos, bien mío, y te reconocí entre la multitud.
…Quise, bien mío, tener alas para volar contigo en la inmensidad de nuestro cielo sin fronteras y miríadas de aves me elevaron hasta el éter infinito.
Quise, bien mío, vivir en tu regazo para disfrutar de la ternura angélica allí aposentada y fuiste pródiga en cariño conmigo.
…Tuve sed, bien mío, y de tu mirífico cántaro, cual manantial brotó en abundancia el agua simple que la sació.
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