labios que tiemblan con palabras,
pero los libros están cerrados, y hay un silencio como de muerte
que rodea el lugar.
No entiendo este silencio.
Alguna lengua abre las puertas del cielo.
El lenguaje como si fueran señales,
el habla como si fueran lágrimas derramadas por los ojos,
las voces no tienen resonancia,
y las palabras no tienen calor.
Iba inclinándome al cansado corazón,
entonces escuchaba su trágico rugido.
Ahora, ¿qué ha pasado,
qué roca ha entrado
y desde qué hueco
hasta dominar el silencio de la muerte?
Y ya no oigo
sino lamentos.
Todo está quieto,
y no oigo ninguna voz.
En el hueco de mi mano cabe todo,
cabe el silencio de tu ausencia
y cabe este largo y hondo hueco
que me han dejado tus besos
y mis amores de otros tiempos;
de aquellos frescos momentos del encuentro
en que nos encontramos y redimimos
nuestras almas uno con la otra,
la otra con uno.
Ah que tristeza tener este hueco
tan hondo en la mano,
la misma que te tocó u que logró
hacerte suspirar aquella noche,
aquellas noches que parecían
no tener fin.
Pero ahora tu ausencia y el silencio
lo inundan todo hasta crear
un verdadero hueco en el alma.
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