Holocausto.
Se esparce el aroma y los dioses sonríen,
el olor a holocausto comienza a llegar,
las fosas nasales respiran la vida
que gota tras gota comienza a menguar.
Arriba ellos gozan haciendo verbena,
abajo mi sangre gotea sin parar.
Suplican los hombres a dioses sin vida,
que calmen la ira, que les traigan paz
la sangre inocente que a ellos ofrecen,
es precio que pagan por su bienestar.
Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
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