¡Venid! ¡Venid! Síganme los buenos. Dijo, con voz de rayo el profeta unos quinientos años A. C.; era de noche, la luna llena estaba a plenitud, tanto que parecía de día...
¡Venid! ¡Venid! ¿Por qué se quedan...?, y en su voz la desdicha predecía catástrofes y truenos...
Pese a ser una noche espléndida, de pronto la lluvia se precipitó, vinieron los rayos y centellas, los relámpagos e inmediatamente después la lava ardiente del volcán más cercano...
Fueron momentos de hecatombe. Después el silencio rotundo hasta el amanecer. Todo estaba en ruinas. El acontecimiento había concluido. Nadie fue testigo del asunto. Todos perecieron. Sólo los cadáveres hundidos en los escombros fueron mudas señales del suceso...
Comentario
Amigo querido, estamos atravesando por momentos terribles de incertidumbre donde el miedo y la turbación laceran en demasía. Todo confunde e hiere, la vida y sus azares en peligro y el planeta pasando su factura.
Dios permita que no sea el final y que la contienda pueda librarse.
¡Siempre ha de brillar la esperanza!
Gracias amigo querido por esta invitación a la reflexión.
Te dejo mi saludo afectuoso con el respeto que mereces.
Querido amigo, los momentos duros que estamos viviendo los plasmamos en la escritura. Has marcado con tus letras estos instantes. Un placer leerte. Un abrazo.
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