ESTAMPIDAS DESATADAS
Distante siento el redoblar
copioso de tambores, apenas
con quejidos descompasados
pueden acompañarse estas horas
decisivas al borde del cataclismo.
Nadie puede ahora atinar
cómo recoger la inmensidad
de libres surcos recién florecidos
para aún seguir soñando junto
al arrullo de un nuevo día.
Tan brusco y con cálculos diabólicos
pudieron desatar toda esta trágica
escena donde ya no hay espacio
ni para resignación por todos
los flancos a ciegas te lapidan.
Sin embargo el silencio suficiente
fue cómplice de todo, todo dentro
del arder pareciera conservar el color
hasta cuando la invasión trágica
de los mares te envuelven y ahogan.
Cercana, tan cercana se siente
el fulgor de extensas y desbocadas
manadas arrasando todo a su paso;
nadie puede detener este tropel, queda
única la polvareda, breve rugido.
Orlando Ordóñez Santos.
Derechos Reservados – Imagen de la Red.
Comentario
Bueno entonces el silencio no es como dice ser, porque que se sienten los tropeles así como los tambores lejanos.
Lo que estamos sintiendo es porque ahora nos afecta directamente. Pero desde cuando hemos venido viendo a otros destruyendo nuestro planeta, nosotros mismos hemos estado contaminando calles con desperdicios, sacando árboles en nuestra huerta para construir una habitación para los invitados, dejar el grifo abierto sin cuidar el agua y sin pensar que otros no la tienen, no nos hemos sentido culpables...
Date cuenta, cuando hablamos de ello, siempre nos referimos a OTROS, nosotros somos perfeeeectos, son los OTROS
Y qué queremos? ACASO EL HOMBRE RECONSIDERARA ACTITUDES QUE VENIAN HACIENDO EN MENOR O MAYOR CUANTÍA? Por lo visto ni bien se contraatacó el COVID, volvimos a lo que antes hacíamos. No cambiamos, prometemos solo cuando estamos asustados, luego cuando está más o menos solucionado, nos olvidamos.
Ya llegó ahora otra plaga que nos mantiene de nuevo a todos asustados y en jaque. Nuevamente nos quejamos, y sufrimos de lo mismo que propiciamos, ahora clamamos a Dios cuando casi nunca nos hemos dirigido a EL para agradecer lo que nos da.
Yo llamo a eso DESCARO... No felicito lo que está sucediendo, pero seamos HIDALGOS en reconocer, que se está cosechando lo que se SEMBRÓ! Por lo menos eso, a lo mejor si RECONOCEMOS QUE SOMOS CULPABLES Y CAMBIAMOS SINCERAMENTE, DIOS NOS AYUDE A SALIR ADELANTE, mientras echemos culpas a otro y no reconozcamos que tenemos culpa también en ello, nada va a cambiar. Porque después de esta segunda, lo más probable que venga otra. ¿Acaso serán las 7 plagas de Egipto que se repiten? Vamos por la segunda, es que estamos como el Faraón de Egipto, cerrados hasta la coronilla en no reconocer que todo viene del Señor. Y no estoy haciendo proselitismo cristiano...
Un abrazo, gracias por tu compartir!
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