En campos de dios a el pongo de testigo mi caminar despertino con trinos en mis pensamientos espiga y sarmiento. Lo secò, el fulgor tu poderìo y color. Descalza tan sòlo la piel la desnudèz de sentires. Miel en los labios el dorado cabello. Suelto al viento las cintas moviendo las caderas al andar. Te pienso. Te beso. Te abrazo. Como las amapolas a las espigas. Como el riachuelo a los cantos, a los chopos helechos silvestres. Eres mi agua bendita Mari Orquidea Blanca España
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