EL PUEBLO

[Benjamín Adolfo Araujo Mondragón]

E L     P U E B L O

E L P U E B L O

      Kiosco, jardín, la tienda del del centro, la mansión del cacique, la escuela, el consultorio del médico, la casona del juez, la humilde casa de la partera, la panadería, el templo o la parroquia...todo, todo estaba igual. Ningún cambio había sufrido el paisaje de aquel pueblo, su pueblo. San Jacinto de las Carretas, pese a que habían transcurrido veinticinco largos años, un cuarto de siglo. Recorrió con paso lento, una a una, todas las calles.

               Visitó las cafeterías, que no eran muchas, solo dos; igual que las dos únicas librerías y el pequeño museo que eran, junto con el pequeño templo colonial, los orgullos de su querido suelo nativo.

     Pasó así varias horas hasta que le dolieron los pies y se le acalambraron las piernas. Una sola cosa le preció distinta: esa infinita soledad del poblado; ni una persona por las calles, ni un perro tan siquiera. Un silencio profundo, eterno, envolvía todas aquellas calles de San Jacinto; y eso hizo que le invadiera la tristeza.

      Solo por eso retornó, melancólico y agotado, hacia el panteón, prometiéndose que jamás volvería a abandonar la tumba.

IMAGEN: Acuarela de Benito Nogueira Ruiz, mexicano.

[Benjamín Adolfo Araujo Mondragón]

¡Muy buena noche y feliz viernes, Ángeles; gracias por tu grata presencia!

[Benjamín Adolfo Araujo Mondragón]

Paisana Gloria: ¡Gracias, muy buena tarde!

[Benjamín Adolfo Araujo Mondragón]

¡Gracias querida María Beatriz; que tengas éxito con el zoom...!

[Ma de los Angeles]

[Gloria Rios Ayzu]

Me gustan tus prosas amigo Benjamín

Abrazos

Kokul 'al

[Maria Beatriz Vicentelo Cayo]

¿Así volverán los muertos,  volveremos nosotros a mirar los lugares que nos dieron cariño y placer  alguna vez?  Puede ser no Benja?  Aunque donde estoy viviendo,  pareciera que fuera yo la que salgo de ultratumba con mis perros, porque aparentemente no hay nadie en este lugar, al menos a las 6 a.m.  que es la hora que saco a mis perros.  jaja  Esto parece las antiguas calles del oeste, donde el polvo nomas se alzaba por las calles y Django llegaba con su ataúd donde escondía un rifle...a matar a quién?  No falta alguien que salga por ahí.

¡Muy interesante tu publicación mi querido Benja!  Ay que no podía comentar, no sé cómo me irá ahora, porque han empezado las clases virtuales y el internet está sumamente lento.   Pero bueno a llorar a la playa,  he logrado entrar,  espero que esto no se paralice.

Besos mi querido Benja,  el final no me lo esperaba y precisamente ese final es lo que me dejó pensando.

Felicitaciones!

Gracias querido Benja,    (te debo las imágenes, ni pensar en ellas con este internet)