EL POETA, EL “BURRO PANDO” Y LA PRINCESA
Autor: Eliseo León Pretell
*Poeta escritor peruano
“Ciudad Satelital”
Houston Texas, EE.UU

CUENTO

Mi cuento de hoy, trata de un rey, pero no de un rey cualquiera. Se trata del rey más inteligente y capaz haya pasado por ese grandioso imperio de mi cuento.
Para él, no había nada que no pueda resolver, con su capacidad de superdotado, podía desentrañar el más complicado acertijo y el problema más intrincado de cualquier materia.
Como estratega, era sin igual, por eso expandió su territorio hasta lugares insospechables. Por lo tanto, era dueño de todo el oro, de las mujeres más hermosas y dado a los refinados y lujuriosos placeres de la vida palaciega.
Tenía algo más. Era el rey más generoso, justo y amable que se pueda recordar. Su palabra era de verdad palabra de rey, se cumplía por sobre todo. Lo que él prometía lo cumplía.
Por todos estos atributos, nunca hubo un rey tan querido y respetado como él. Cumpliendo las reglas y normas de esta monarquía al pie de letra, todos eran felices.
El Rey tenía un matrimonio bonito, de vida muy tranquila y una sola hija tan bella como su madre Mery Giulia, llamada: Alejandra.
Pasaban los años felices y casi sin darse cuenta, Alejandra ya bordeaba los veinte años con una hermosura sin par.
Al rey le habían llegado varias proposiciones de matrimonio para casarse con su hija Alejandra, de muy distinguidos príncipes de otros reinados amigos, pero él no quería entregar a su única hija a cualquier desconocido, aunque sea príncipe y así también pensaba su madre Mery Giulia.
Al rey se le ocurrió convocar a todos los sabios, sacerdotes, filósofos, brujos, estudiosos de todas las ciencias, ancianos y gente de la vida cortesana de mucha confianza que lo habían visto crecer.
Quería escuchar alguna opinión convincente o consejo sabio, quería le aconsejaran con quien debería casar a su engreída princesa: Alejandra
Llegó el día de la importante reunión para este fin, y después de varias horas, después de oír casi a todos los invitados, menos uno, que el rey no había olvidado, si no lo dejó para el último, por tratarse de un anciano, amigo de su padre que lo había visto nacer y crecer al rey y a su hija.
El anciano se paró, miró girando lentamente en círculo su cabeza cana, hasta que logró un silencio impresionante y absoluto. Siguió callado un poco más, como buscando la primera palabra para su intervención.
Después de esa silenciosa espera, dijo: ¡¡Qué difícil me resulta aconsejar a uno del los hombres más sabios le ha tocado ver, a mi cansada existencia!!
La gente y el mismo rey, explotaron en estruendosos aplausos, que el viejo asimiló medio inclinado y con sus ojos cerrados.
El anciano continuó diciendo: Teniendo en cuenta la desbordada inteligencia de nuestro rey, y su sorprendente capacidad para resolver todo, estoy convencido que nuestra princesa se debe casar con un hombre, sea capaz de presentarnos un problema y que nuestro rey no pueda resolverlo.
Siendo así, toda la familia real y el imperio quedarán satisfechos de haber incorporado a un hombre tan o más inteligente que el mismo rey. Además quedará asegurada la futura descendencia con una nueva sangre superior.
El rey tuvo que asimilar el golpe, pero se impuso su inteligencia de genio y exclamó: Bien, ahora quiero escuchar la opinión sincera de todos ¿Qué piensan de lo que propone nuestro anciano amigo? No tuvieron que hablar, al unisonó se pusieron de pie y volvieron a aplaudir al viejo sabio en señal de aprobación unánime y absoluta.
Se conformó un equipo para realizar la convocatoria en todo el imperio y el concurso mismo hasta el final.
Prepararon avisos gigantes y los pusieron en la entrada de las ciudades y los pueblos de todo tamaño, en las calles, en los caminos, cerros elevados y todos los lugares visibles del imperio.
Esta idea tuvo un revuelo inesperado de la gente, Se hizo el tema y chisme del día. Sin embargo, era una decisión del rey y tenía que cumplirse.
La convocatoria duraría seis meses, tiempo suficiente para que los candidatos se inscriban y comprometan llevar al palacio su “problema” para el concurso.
Habían pasado más de cuatro meses, y el futuro concurso ya era una locura de los hombres inteligentes queriendo hacerse de la bella princesa Alejandra y sus riquezas.
Lejos, muy lejos del palacio estaba la hermosa hacienda de “las orquídeas” propiedad absoluta de los hermanos huérfanos “Villalobos Zapata”
Eran: Rebeca, la mayor, Raquel, la segunda y Daniel el tercero y último.
Hacía sólo un año sus padres habían muerto y asumió el mando de la hacienda Rebeca la mayor, secundada por Raquel una joven muy trabajadora, ordenada y amante de la tierra y los animales.
Daniel el tercero, quien sabe por ser el menor y el más engreído, como único hombre de la casa, no era muy dado al trabajo de la tierra, era un raro anacoreta y ermitaño alejado de los quehaceres y manejo de la hacienda.
Él era, o se creía ser un gran poeta, y pasaba semanas enteras en una cabaña que había construido su difunto padre entre las montañas de su hacienda, escribiendo sus poemas y cuentos, alimentándose de los frutos del campo y muchos peces que abundaban en el caudaloso río que dividía a la hacienda en dos.
Una noche después de la cena, sus hermanas se quedaron a conversar bajo la sombra de un frondoso roble frente a la casa hacienda. Quien sabe la luna verde, o algún ave de mal agüero los llevó al tema de la hacienda y su futuro, llegando a la conclusión se repartirán para que cada uno vea lo que hace con su parte.
Todo hace pensar que Rebeca la mayor ya tenía algo en su mente y dijo: Hermana querida: Que difícil partir nuestra hacienda entre tres, si fuéramos dos, sería muy fácil, ya que el río parte por la mitad la propiedad y seria la mitad para ti y la otra para mí.
¿Qué quieres decir, o estás proponiendo hermana? Replicó Raquel.
Digo, si no estuviera Daniel, todo sería más fácil para las dos. Pero Daniel está, alejado, pero está vivo, replicó Raquel.
Rebeca pensó era el momento, y fue más directa. ¿Qué te parece si lo matamos y nos quedamos con todo? ¡¡Dios mío!! ¿Y cómo lo vamos hacer? Dijo Raquel como estando de acuerdo con la idea.
No te preocupes hermana, ya sé lo que haremos y nadie se enterará de nada.
Rebeca entró casi corriendo a la casa y salió con un cartel de los que se convocaba al concurso del rey para casar a su hija. Puede ser dijo Raquel, Daniel es un buen poeta y ha ganado varios concursos en la ciudad. Rebeca no dijo más, sólo agregó, ayúdame en todo y déjalo de mi cuenta.
Se organizaron un domingo y lo fueron a visitar en su cabaña, haciéndole entender que lo extrañaban mucho y querían regrese a la casa. Lugo Rebeca saca de su bolso el cartel sobre el concurso, y emocionada lo pone frente a los ojos del poeta, diciendo: Es tu oportunidad para hacerte rico, no lo dejes pasar.
Daniel leyó con atención y como hablar de un imposible dijo: Pero cómo voy a ir si eso es muy lejos y ya falta poco para el cierre. Rebeca lo tranquilizó diciendo: No tendrás que caminar mucho, puedes llevar al “burro pando” y nosotras te pondremos un buen fiambre.
Las hermanas se despidieron, y Daniel se quedó sin prometer nada, pero con la espina clavada en el corazón del poeta que no le gusta perder.
En una semana preparo algunas cosas que no lo convencían del todo y salió para la casa hacienda en busca de sus hermanas.
Le dieron la impresión que se alegraban con su decisión y fijaron para el día siguiente su salida rumbo al palacio.
Apenas estaba amaneciendo, Daniel ya tenía listo al “burro pando” para su aventura literaria y quién sabe el cambio de su destino.
Raquel abrazaba a su hermano, cuando sale apresurada Rebeca trayendo un paquete para Daniel que entregó con mucho cariño.
Es lo que te gusta hermanito, le susurro cariñosa.
Emprendió el viaje Daniel, soñando en cada paso qué presentará y cómo le irá en el concurso.
Caminó dos días seguidos y el cansancio no le permitió avanzar más. Entonces, escogió un lugar con buen pasto para “pando” y un río al lado para refrescarse.
Se recostó al tronco de un árbol frondoso y sacó el paquete especial que le dio su hermana Rebeca. Qué buena sorpresa, encontró dos emparedados grandes los que tanto le gustaban en casa. Cuando ya se disponía a dar el primer mordisco, el “burro pando” le movía sus orejas como pidiendo le invitara de su comida. El poeta con gusto y agradecimiento puso al alcance del burro su emparedado y “pando” lo tomó con ganas y se lo engulle con todo su apetito guardado. Daniel se quedó mirando como lo disfrutaba hasta el último. Él tomó el que le quedaba y mientras lo acomodaba viendo por donde dar la primera mordida, vio que su “burro pando” caía muerto en el acto, dando temblores y botando espuma blanquecina con su lengua afuera.
Daniel entendió inmediatamente de que se trataba y no comió nada. Su “burro pando” estaba bien muerto. Daniel empujó el cadáver de a poco hasta la orilla del río y lo dejó allí pensando en la vida y la muerte.
A los pocos minutos vio a tres buitres carroñeros dando vueltas, hasta que dos se posaron sobre el el cuerpo inerte del “burro pando” y empezaron a destrozar su carne tibia todavía.
Daniel se quedó helado, cuando miró con asombro, que los dos buitres caían también muertos, después de comer sólo un poquito de “pando”
Con un palo seco, Daniel empujó al burro hacia el río y después de unos minutos cuando el cadáver avanzaba lentamente sobre las aguas, el buitre que quedo vivo bajó y se posó sobre el burro muerto, perdiéndose luego en el caudaloso río. Sin salir de su asombro, Daniel se dio cuenta que ya no podía avanzar y tomando el aparejo de su “burro pando” hizo su cabecera al pie del árbol y se fue quedando dormido lentamente en la oscuridad tenebrosa de la noche, con el chirriar de los grillos y el reflejo intermitente de la luz de los cocuyos.
Su sueño fue de rato en rato, atando cabos, suponiendo cosas, pensando en la grandeza de Dios y agradecido por estar con vida a pesar de todo. Luego entró en un sueño profundo de cansancio, hasta que el cantar madrugador de las aves canoras lo despertaron justo en el momento que terminaba de soñar sobre el concurso y con qué tema debía presentarse.
Busco desesperado su lápiz y escribió con apuro la letra de su sueño que decía:

Yo vi que un pan mató a “pando”
Después “pando” mató a dos.
Un vivo subió en un muerto
Así se fueron los dos.

Lo leyó y releyó muchas veces, llegando a la conclusión, que este sería el tema de su participación en el concurso palaciego, donde se jugaba la mano de la bella princesa: Alejandra
Se levantó y empezó a caminar con sólo lo indispensable de equipaje. De cuando en cuando sacaba el bendito cuarteto y lo volvía a leer, cada vez más convencido, podía ser el tema indescifrable para la genialidad del rey, y tal vez la secreta llave, para entrar a ese palacio y ser dueño de la princesa Alejandra hecha un bombón.
Después de muchos días de caminar, llegó a palacio, con su vestimenta descuidada y raída por el camino inhóspito y escabroso del lugar.
Faltaba solamente un día para el cierre del concurso y con mucha dificultad por la cantidad de participantes, logró inscribirse para el ansiado evento.
En sus dos días de espera, escuchaba cómo la gente hablaba del concurso como única noticia. Las casas de hospedaje, estaban llenas. Caminó hasta unas huertas de paja seca y se alojó en un pesebre de ovejas esperando el día que parecía una eternidad.
Llegó el esperado momento y los participantes hacían dos filas muy largas para ingresar entre la guardia palaciega y su seguridad.Daniel ingresó, quedándose sorprendido de la grandeza y opulencia del palacio y casi se arrepiente de estar ahí, pero pensó: ¿Qué más puedo perder?
Se había preparado un local especial en forma de una ‘U” cerrada casi como un herraje impresionante. Cuando faltaban minutos para el inicio, entró el rey escoltado de su guardia y de los sabios que habrían de ser jurados en el evento.
El rey en una demostración de honestidad y corrección, no se hizo esperar ni un solo minuto. Daniel pensó que esto no terminaría al ver tantos candidatos participando.
Empezó el concurso por orden de inscripción, y el rey haciendo gala de su erudición y dominio general de todo, fue resolviendo uno tras otro los problemas bajo la mirada escrutadora y atónita de los jurados sabios. Los participantes perdedores se iban retirando humillados ante la sabiduría del rey.
Daniel estaba casi al último y esperaba nervioso su momento, con su papelito escrito a lápiz, donde presentaba su cuarteto para la interpretación del rey.

Yo vi que un pan mató a “pando”
Después “pando” mató a dos.
Un vivo subió en un muerto
Así se fueron los dos.

Llegó su hora de Daniel el poeta, y ya tenía el rey el papelito en su mano que le daba vuelta y observaba su insignificancia con curiosidad.
Lo leyó en silencio algo de tres veces y pidió que un locutor lo lea en voz alta. Luego dijo: ¿Esta es una broma? ¿El autor, lo puede explicar? Si se está burlando hoy mismo le cortamos la cabeza.
No es una broma ¡Su Majestad! Es hecho de la vida real para que Ud. lo descifre. ¡¡Yo si lo puedo explicar!! Dijo con seguridad Daniel.
¿Qué dicen los jurados? Exclamó el rey en voz alta
Se paró el sabio que fungía de fiscal y dijo con aplomo
Si el poeta Daniel puede explicar, sustentar y demostrar la veracidad de su cuarteto, será el ganador absoluto del evento sin objeción.

Daniel narró paso a paso con lujo de detalles el hecho con toda su verdad, que el rey terminó inclinado ante su genialidad.

Lo que pasó después ya lo saben.

®Es el canto del zorzal
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Oye bien: "No dejes de brillar, sólo porque a algunos les molesta los destellos de tu luz".
ELP

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Comentario

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PLUMA ÁUREA
Comentario de Càstor A. Olivier O. el diciembre 1, 2019 a las 8:45pm

APRECIADO AMIGO ESCRITOR, ELISEO, 

ALGUNA VEZ TE PREGUNTE PORQUE NO ESCRIBÍAS "CUENTO" Y RESPONDISTE QUE NO TE GUSTABA

MUCHO, PERO LOS CUENTOS QUE HE LEÍDO DE TU AUTORÌA, SON EXTRAORDINARIOS Y SOBRE TODO

ESTE ES EXCELENTE. SALUDO AMIGO Y MAESTRO FELICITACIONES.


PLUMA ÁUREA
Comentario de Maria Beatriz Vicentelo Cayo el diciembre 1, 2019 a las 5:16pm

Genial cuento mi querido Eliseo; y con un sabio mensaje al final!

Hubieron dos puntos que llamaron mi atención:  

1.  "Por lo tanto, era dueño de todo el oro, de las mujeres más hermosas y dado a los refinados y lujuriosos placeres de la vida palaciega"

Cuatro líneas más abajo dice:

El Rey tenía un matrimonio bonito, de vida muy tranquila y una sola hija tan bella como su madre Mery Giulia, llamada: Alejandra  

Y el otro punto es

2. "...hasta que el cantar madrugador de las aves canoras "  ¿Hay aves canoras que no canten?

Por lo demás es un  ¡¡MAGNIFICO CUENTO EN SU ESENCIA!!

Felicitaciones por esa prodigiosa imaginación!!

Un abrazo 

Mil gracias

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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