Photo by Ed Robertson on Unsplash

Yo tenia 14 años y no estaba muy contento en el barrio de Ñuñoa, o mejor dicho no estaba contento con nada. Echaba de menos mi pueblo del sur y a mis amigos, como también los verdes potreros y el río. Y ni siquiera tenía libros para leer.
Un sábado en la mañana salí temprano para evadir el aseo de la casa y me fui a vagar por calle Irarrázabal, llegando cerca de la plaza Ñuñoa.
Afuera de una tienda vi a un hombrecillo canoso y barrigón colocando algo en unos cajoncitos con patas. Me acerqué y vi que eran libros; eran cajones llenos con libros usados. Quedé extasiado. Yo no tenía dinero ni para comprar un caramelo, así que mi primer pensamiento fue: ¿Cuánto podría correr si escapaba con un cajón con libros? Tendría para leer a lo menos seis meses.
El librero pareció sospechar algo porque arrimó más a la pared los cajones y, entre toses y carraspeos, los reordenó lentamente.
Yo no me moví de ahí esperando a que se alejara.
Después de un rato que estuvo acomodando se detuvo y me preguntó.
—¿Cuál quieres leer?
—No tengo plata —dije, alzando los hombros y dando la vuelta para irme.
—No pregunté si tenías dinero —me dijo—, te pregunté cuál quieres leer.
Me quedé mudo.
—Elige un libro de los cajones, lo lees y cuando termines lo traes.
Me llevé un libro de aventuras. A los cinco días lo tenía de vuelta y me prestó otro. El tercer libro, recomendado por él, era una historia de intrigas de la Rusia antigua.
Tomé la costumbre de pasar a verlo a la salida del colegio, a ayudarle a barrer, ordenar y a pasar lija a los libros rayados mientras conversábamos de autores.
El día que me prestó un libro de la Atlántida, entre carraspeos me pasó una hoja de papel.
—Escribe aquí tu nombre y dirección.
Me quedé mirándolo sin entender.
—Es para tenerte en mi lista de saludos navideños. —dijo como sin darle importancia.
Le anoté mis datos y el guardó el papel en una carpeta
Una ocasión, mientras revisábamos unos libros recién llegados, le pregunté qué significaba oráculo.
—Significa orar de culo.
Yo me largué a reír y él continuó.
—Al que ora de poto, sin moverse, le va a pasar siempre lo mismo; ése es su futuro. Al que ora moviendose le van a pasar cosas mejores. Claro que esa no es la definición ortodoxa.
—¿Qué significa ortodoxa?
—Significa que te voy a romper el parietal si no sabes usar un puto diccionario. —respondió, entre tosidos, tratando de darme un escobazo.
En las tardes me pedía que le encendiera un cigarrillo a escondidas de su mujer, que en ocasiones tuve que terminar de fumar yo cuando se aparecía de repente. Una vez ella me dijo:
—Así que te crees muy listo.
—¿Por qué? —dije asustado, pensando que había descubierto nuestra treta.
—Fumas el cigarrillo como si fuese un habano, cuando fumes habanos sepa Dios qué cosa querrás fumar.
Un día lunes me encontré con el local cerrado y al siguiente también. Fui a averiguar al lado. Salió un hombre de bigote y me dijo que el librero había fallecido.
—¿Falleció? —le pregunté, incrédulo.
—Hace tres días. Le dio un derrame. ¿Tenía libros en consignación? —quiso saber él..
—¿Cómo? —respondí.
—¿Cuál es su nombre? —dijo el de bigote.
Le di mi nombre y me dijo que volvía enseguida. Yo, mientras tanto, miraba por la calle, esperando que el librero apareciera con su tintineo de llaves para ayudarle a abrir el negocio.
El hombre regresó con una gran caja.
—Aquí están sus libros.
—¿Ahh?
—Aquí indica que son suyos. —dijo mientras me pasaba un papel.
La hoja era la misma donde yo había anotado mi nombre y dirección. Arriba, en letra de imprenta, decía “LIBROS EN CONSIGNACIÓN”.
—Su viuda me encargó que entregara los libros a sus dueños. —agregó el hombre.
Levanté la caja y le di las gracias con la cabeza gacha, mientras, con los ojos nublados, trataba de no tropezar. Nunca imaginé que podía ser tan infeliz con una caja llena de libros por leer.
Después de algunas cuadras, para descansar, dejé la caja en el suelo. Vi que un libro estaba marcado con una tira de papel azul con la letra del librero.
El papel tenía escritas estas palabras;
“Mejor que un libro es un amigo, y si él se va, entonces aprovecha un libro mientras llega otro amigo”.

Vistas: 27

Comentario

¡Tienes que ser miembro de ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME para agregar comentarios!

Únete a ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME

Comentario de Armando Acuña el noviembre 22, 2021 a las 12:43pm

Lucía, gracias mil por tus comentarios
Un fuerte abrazo


PLUMA MARFIL
Comentario de LUCÍA GÓMEZ el noviembre 22, 2021 a las 9:13am

Excelente prosa, una delicia de lectura, bien construida. Un gusto leerte. Afectuoso saludo.

Comentario de Armando Acuña el noviembre 21, 2021 a las 8:56pm

Muchas gracias Maria, un placer que te haya gustado
Y bueno mejor que un libro es un amigo...
Un abrazo

Comentario de María Inmaculada García Gómez el noviembre 21, 2021 a las 8:03pm

Es precioso. Llega alma, por la amistad y el amor a las letras. Es muy bonito que lleguen amigos a nuestras vidas, sobre todo si ninguno se ha marchado. 

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

Your image is loading...

Insignia

Cargando…