Una caricia del viento toca mi hombro izquierdo mientras devoro el camino con paso firme en compañía de mí misma. Me asusta, me giro buscando quién es; nadie… Es una noche de verano iluminada por la luna llena en el centro del cielo azul preñado de estrellas.
Una multitud vocifera contra un hombre acusado de violar, torturar y asesinar a una niña de 8 años. Mientras me acercó, siento el roce del viento en mi hombro izquierdo; nadie va a mi lado; consulto con mi consciencia qué es: “Cristo camina a tu lado”. Envalentonada, me uno a la muchedumbre hasta que el criminal es entregado a la autoridad. Ya hice justicia. Sigo con Cristo.
Dueña de mi verdad camino por una vía empalagosa; empoderada con la certeza de que mis principios y valores no están en duda, por más que esta noche parecen ponerse a prueba. Diviso unas personas que delatan sin palabras la actividad que les da el sustento. Al lado de carros lujosos, hombres y mujeres bien vestidos, gestos y miradas concupiscentes, con joyas costosas, hacen tanto honor al morbo y a la vanidad que me llevan a compararlos con la honradez y la decencia. Determino la condena para este grupo según mis principios; siento la presión de Cristo en mi hombro izquierdo; cuento con la aprobación de Dios. Al finalizar la noche daré testimonio de que la justicia del Ser Humano es una percepción de circunstancias individuales.
De regreso a casa, entro a un centro espiritual. La gente está esperando la ceremonia de matrimonio de parejas homosexuales. El remezón en mi interior es aplacado por la presión de Cristo sobre mi hombro izquierdo. Me retiro del templo; Cristo hace presión en mi hombro izquierdo, me da a entender que la heterosexualidad es la única conducta sexual avalada por las leyes divinas; entonces yo sí soy buena, yo sí cumplo la Voluntad de Dios. Ignoro lo que viene.
La noche, madurando; la velocidad del tiempo, incalculable. En medio de aplausos llego a mi hogar; sorprendida, identifico a los asistentes; una luz extraña invade el recinto; uno por uno, mis receptores me recuerdan algo que contradice mi código moral, mi consciencia responde de inmediato según mis sentimientos. Sigo con Cristo, Su presencia es inequívoca, presiona mi hombro izquierdo.
En medio del regocijo, la consciencia me recuerda valores y sentimientos al tiempo, pero mi malicia ratifica sus juicios e intereses. Desestimando mi memoria; olvidada de Cristo y Su señal, me entrego a compartir con estas personas sin examinar su prontuario.
De pronto escucho un llamado; siento gozo y temor… Íngrima frente a un altar inmaculado, un peso raro me impide dar el último paso. Miro a mi alrededor… nada. Mi memoria cuestiona la coherencia de mi juicio al prójimo con la tranquilidad de mi consciencia… lo rechazo. Busco a Cristo… no está. Equilibro la congestión emocional y lo descifro: “mi orgullo me avergüenza…”.
El peso no es otro que mi código de normas y leyes… logro esconderlo detrás de mi consciencia. Ahora sí doy el último paso; voy tranquila… voy liviana… un Ser indescriptible me recibe… sin palabras, sin fraternidad y sin enemistad, sin gestos ni ademanes pide mi código… sorprendida, pregunto: “¿para qué?”. La respuesta… certera: “para juzgarte según has juzgado a tus semejantes, con tus mismas normas y valores”.
Desperté con la mano en la boca… los ojos desparramados…
Comentario
Gracias Maria Beatriz Vicentelo Cayo por el apoyo.
Un abrazo desde Colombia, amiga.
Infinitas gracias Iris Girón Riveros por leer y comentar.
Saludos desde Colombia, amiga.
¡Vaya sueño Magnolia!
Con razón despertaste como despertaste, yo ya ni veo noticias amiga, porque todas las noticias se refieren a barbarie y media... ¿es que la sociedad se ha erigido como Juez de los otros que son pecadores y ella no? Yo creo que esos son los fariseos.
¡Dejemos las cosas a Cristo y nosotros seamos buenos, nobles, íntegros! ¿A qué meternos a criticar? Que esto está mal y que esto otro está bien.
¿Qué significa AMAR AL PROJIMO? Amar al prójimo es AMAR A TODOOS!
No miremos la "paja en el ojo ajeno" Si Margarito quiere hacer el amor por la oreja, puede y es feliz haciéndolo por la oreja, que lo haga amiga! A nosotros qué nos importa! ¿A qué sufrir nosotros desgarrando nuestras investiduras? Yo digo que cada uno viva su vida y si en alguna forma se debiera uno meter en la ajena, que sea para ayudar, no para condenar ni criticar!
Y pienso que Dios hizo tan igual al heterosexual como al homosexual. O porque es homosexual, lo voy a despellejar, lo haré sufrir, llorar, ser desgraciado? No amiga, yo no entro en maldades, si está bien o está mal, eso se lo dejo a Diosito! Si así NACIO, ¿Qué puedo hacer yo contra la naturaleza?
Gracias Magnolia linda, admiro mucho tu verbo, pero las amigas también tienen diferente forma de pensar y no por eso dejan de ser amigas!
Besitos
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