James Adams caminaba con premura por la calle real, mientras pensaba en su cita con el Marqués Antonio Estrada, sus botas resonaban a cada paso al igual que su pensamiento, su mano enguantada tomaba con firmeza el bastón de puño de plata, mientras llegaba a la casa del Marques, enumeraba mentalmente los acontecimientos ocurridos apenas un año atrás en su querida Inglaterra, recordaba con dolor la masacre de Peterloo, las luchas del Sindicato Patriota dirigido por Henry Hunt, como perdió su fortuna, por la mala situación económica del país, la muerte de seres queridos y su odisea para llegar a Venezuela.
Casi sin darse cuenta estaba frente a la puerta de la casa del Marqués, un negro de blancas ropas abrió la puerta dejándole pasar al interior de la elegante estancia, este le señalo el camino hacia una pequeña habitación donde se encontraba el Marqués Antonio Estrada, luego de saludarse ambos tomaron asiento mientras el negro servía una taza de té a James. El Marqués escrutaba con su mirada a James, notando un ligero temblor en su boca, que acuciaba la preocupación de este encuentro, después de una ligera charla, el Marqués se arremolino en su sillón mientras se frotaba las manos con cierto nerviosismo, posó su mirada directamente en la de James, y sin más vacilación soltó la pregunta que James tanto temía.
“James, querido amigo, sabéis a ciencia cierta que se corren rumores que el general Bolívar podría ganar esta guerra, más sin embargo como todos sabemos son solo rumores, esos bastardos han desafiado al rey y es imposible que puedan obtener la victoria frente a nuestras tropas bien organizadas y apertrechadas, estos salvajes no están disciplinados ni tienen la capacidad combativa de nuestros soldados, pero hay algo que realmente nos preocupa a quienes os conocemos y sabemos de vuestra gallardía y fidelidad a la corona, más…. Se dice que sentís cierta simpatía y admiración por la causa patriota, que apoyáis esas absurdas y locas ideas de libertad de esclavos rebeldes que solo alborotan y rompen la paz y estabilidad establecidas por la corona, les he dicho que eso es imposible, que sois todo un caballero, que no estáis involucrado en semejante conducta fuera de lugar y menos aún que simpaticéis con estos rebeldes, ciertamente no me he equivocado en mis apreciaciones, verdad James? “
James apuró un sorbo de té, caminó hacia la ventana, con la vista hacia el horizonte contestó:
“ciertamente su excelencia, son muchas las cosas que he visto y vivido en mi corto existir, mas debo aseguraros que esta lucha no es absurda, ¿ ha leído usted a Rousseau? , ha sentido lo que es la desesperación o el hambre? Ha visto usted como son golpeados los negros, vejados, como han perdido los más elementales medios de subsistencia? Como han sido arrancados de los brazos de sus madres desde su niñez para trabajar en los campos y haciendas? Y qué hay de los blancos criollos? Son gente nacidas en estas tierras sin ningún control sobre la misma, recibiendo solo migajas de los peninsulares o de la corona, mi querido Marqués, como escritor soy de una mente más libre que otros hombres, y estoy seguro que es mandato del mismo Dios que cada hombre sea libre, que cada tierra a de ser gobernada por su propia gente, mirad como se ha implantado solo el deseo de una corona lejana aquí, donde tenemos un Gobernador General incapaz de controlar y satisfacer las necesidades de estas gentes, de españoles que han desobedecido abiertamente las leyes de la corona y hasta de la misma iglesia al abusar y violar negras e indias sin temor ni respeto por nada que no sea su propia hambre de dominio y pasiones, asesinan sin piedad muchas veces solo por satisfacción o diversión, no su excelencia, Salí de mi amada Inglaterra al perder mi fortuna, por las luchas en mi propia patria, al perder mis seres queridos en una lucha estúpida y sin razón, llegue aquí buscando consuelo a mi alma, paz a mi espíritu y he encontrado la misma razón de lucha que en muchos hombres de mi patria, en muchas situaciones nos parecemos, mirad su excelencia ¡mirad¡ el grito de libertad recorre toda la América, Bolívar, San Martín, Sucre y otros han tomado la llama de ese grito en sus manos , esta lucha es indetenible, ningún ejercito podrá pararla y eso lo sabe usted su excelencia, es el temor lo que le hace hablar de esa manera al saber que toda la historia cambiara definitivamente al finalizar esta dura guerra, la libertad no será acallada ni su voz ahogada”
El Marqués ante la respuesta de James, molesto se revolvió en su sillón, sus ojos incrédulos miraban de un lado a otro, no daba crédito a lo que había escuchado, su rostro rojo de rabia, su frente estaba perlada con pequeñas gotas de sudor como un ligero rocío matinal, empezó a esputar a James:
“James, quien os ha metido toda esas tonterías en la cabeza?, habéis traicionado la confianza que os hemos dado, habéis traicionado a la corona, no es posibles que penséis de semejante manera, debéis recapacitar por Dios¡ os hemos ayudado, os hemos dado cobijo y así osáis pagarnos?
Levantándose de su sillón, con el rostro descompuesto, golpeó duramente con su puño la mesa mientras dijo:
Si vuestra decisión es fraternizar con esos salvajes, salid inmediatamente de mi casa, iros ya ¡¡
Os juro que por la amistad que alguna vez nos unió no os denunciare, pero salid ya de mi casa”
James sabia que se había condenado ante el Marqués y los poderosos españoles que aún quedaban allí con sus palabras, estaba consciente que sería denunciado ante las autoridades , debía buscar protección, tenía que pensar rápidamente que hacer o a donde ir, mientras caminaba hacia su casa recordó aquel día de 1810 en Londres, cuando conoció a Bolívar, el cual era un hombre de baja estatura, con una personalidad magnética, de una fuerza impresionante en los ojos y gestos decididos, fue una tarde cuando conversaba con su amigo Andrés Bello, de algunos temas literarios sobre las obras de John Keats y Lord Byron, Bolívar le pareció un hombre sumamente fascínate, de gran intelecto y clara visión política, así como sus pensamientos del futuro de América.
Fue muy poco lo que logró conversar con él , pero sus palabras quedaron marcadas en su alma como fuego, aquel apretón de manos, aquella corta conversación, donde Bolívar en tan solo pocas frases dio por sentado el concepto de libertad y unión, impresionaron profundamente a James.
Pasaron varios días desde su entrevista con el Marqués, aunque no notaba nada sospechoso, estaba muy pendiente de cualquier señal para no delatarse o ser delatado ,bien sabía, que el Marqués estaría muy disgustado, y nada le complacería más, que entregar un enemigo de la corona, para su propio beneficio y beneplácito, al llegar a su casa a recoger unos legajos que debía llevar a la imprenta, sabía que debía actuar normal para no levantar ningún tipo de sospechas, ya que aún era muy pronto para que el Marqués le hubiese delatado, eran tiempos difíciles, había mucha miseria, cualquiera podría ser su enemigo y no debía confiar en nadie, más sin embargo al abrir la puerta notó los muebles fuera de lugar, los baúles abiertos, inmediatamente supo que buscaban documentos, o cualquier otra cosa que lo comprometiera con la causa de Bolívar.
sin pensarlo dos veces tomó una dura decisión para él: debía huir inmediatamente, de un saltó llegó a la otra habitación, miró varias veces a su alrededor y la ventana, al sentirse seguro que nadie lo veía, levantó un par de tablas de madera del piso, sacó varias cartas y otros documentos, entre los cuales se encontraban un par de cartas con posiciones de tropas libertadoras entregadas a él por un soldado que encontró malherido, entre algunos arbustos, parecía un correo herido que no logró alcanzar su entrega al ser sorprendido, este le pidió a James que entregara esas cartas a el coronel Ricardo García, para que hiciese buen uso de ellas, sin saber qué hacer con ellas y conociendo la importancia de las mismas, las ocultó bajo el piso de su casa con el fin de encontrar a algún oficial del libertador y conocer el paradero del coronel.
Las guardo con celo prontamente en su saco, de pronto escuchó varias voces cerca, pasos rápidos acercándose, y el ruido de la puerta al abrirse, nervioso, con el sudor en el rostro, sin hacer ruido, salió, rápidamente por la puerta trasera, sin tiempo para nada mas, llegó al establo y tomando su caballo, le hizo seguirle un buen trecho evitando de esa manera el ruido de los cascos, al estar alejado suficientemente, montó y salió a todo galope, alejándose de la ciudad.
Recorrió varios caminos, sorteando los obstáculos naturales y los puestos de tropas españolas, para no ser visto por nadie, en las noches exhausto descansaba en despoblados, no sin antes haber hecho una pequeña observación de la zona en busca de gentes o casas, haciendas o cualquier situación que conllevara a ser descubierto, luego de hacer la observación buscaba un lugar donde existieran árboles, rocas, monte alto o cualquier cosa que lograra esconderle a la vista impertinente de los demás , aunque había momentos en que realmente se sentía extraviado, sin saber qué camino tomar, preguntándose qué pasaría?, que haría?, como terminaría toda esta aventura?, que sacaría en claro de todo esto?, Bolívar realmente seria la espada justiciera? .
Siguió cabalgando sin rumbo, sin saber que pensar o hacer en ese momento, con el hambre enloqueciendo su estómago, sentía que se toparía con las tropas libertadoras, aún tenía fe que no podría ser detenido y saldría con buena fortuna de toda esta situación que tenía en ese momento , luego de doce días de camino, divisó luces a lo lejos, busco en las alforjas algo de dinero que aún le quedaba, sabía que aunque no lo quisiera, tenía que llegar a ese pueblo, necesitaba provisiones , ya no tenía nada que comer, esperaba pasar desapercido, total ya tenía varias días y noches andando entre las montañas, y planicies, así que barbado, con la ropa llena de tierra, el sombrero de cogollo y su miserable presencia estaba seguro que nadie lo reconocería, debía cambiar las herraduras de su caballo , que ya sufría las penurias de tan largas caminatas, así como darle un descanso al mismo, llegó sigilosamente al pueblo, empezó a observar todo, vio un establo y decidió entrar , pensaba que mientras cambiaban las herraduras aprovecharía de hacerse con algunos víveres y otras cosas necesarias en ese momento, aprovechándose de la noche.
Decidió tomarse un trago en la taberna del pueblo, tenía el cuerpo adolorido, las ropas sin color de tanto polvo, y estaba realmente cansado, un trago le caería muy bien, mientras esperaba, entró a la taberna, con aire taciturno, tratando de pasar lo más desapercibido posible, ya había visto un pequeño terraplén a escasas dos horas del pueblo, allí descansaría luego de cambiar herraduras y proveerse de lo necesario, estaba de alguna manera relajado a pesar de su propio cansancio, entró en la taberna, con paso firme se acercó al cantinero y pidió un trago, mientras pensaba y observaba a la gente allí presente, eran hombres curtidos por las faenas propias del campo y la guerra, habían hombres en uniformes raídos, y otros con el rostro lleno de pesadumbre y dolor.
En varias mesas están grupos de hombres armados, civiles, con perros a su lado, sabía que eran cazadores de hombres, con sus rostros llenos de polvo , barbas y dientes perdidos, con miradas seguras y frías, que no se detendrían ante nada en pos de la fortuna ofrecida por la corona o el mejor postor, sintió un leve estremecimiento en el cuerpo mientras tomaba su trago, sentía las miradas sobre él y eso lo puso nervioso, decidió rápidamente salir de allí , no era necesario llamar la atención de nadie, al llegar al establo, pagó por las herraduras de su corcel, salió poco a poco del pueblo no sin antes observar a todos lados para no ser seguido, los nervios lo traicionaban, veía en todas partes rostros acusadores , manos que le señalaban, por lo que decidió salir lo más pronto del pueblo, subió a su caballo y partió casi en silencio, llego hasta el terraplén donde decidió descansar, no sin antes verificar que no había sido seguido, al sentirse seguro ató su caballo a una rama de un seco árbol , descargó su carga, quitó la silla de montar para usarla como almohada, por temor a ser descubierto no encendió ninguna fogata, solo se arremolino cerca del árbol donde había atado su caballo y decidió descansar , ya su cuerpo no daba más por el cansancio, rápidamente sé que quedó profundamente dormido.
Mucho después despertó con un fuerte dolor en sus costillas por un puntapié recibido, abrió los ojos desesperadamente, no atinaba a comprender que sucedía, con mucho esfuerzo logró ver a varios hombres a su alrededor, sudorosos, armados con machetes y pistolas, reían como chacales mientras le golpeaban, uno de ellos que parecía ser el jefe de todos, se acercó con un pasquín, donde estaba impreso su rostro, era un hombre alto, de fuerte contextura, con sombrero , armado de una pistola y un puñal al cinto, usaba unas botas militares muy gastadas, de rudas barbas y la constante falta de dientes , llamado Francisco, le miró fijamente, observó varias veces el pasquín y el rostro de James, de pronto, aplicándole una fuerte bofetada que hizo sangrar la boca de James pregunto: “así que vos sois el inglés que buscan los españoles?, “buena será la recompensa por vuestros huesos” reía a carcajadas mientras hablaba , James aturdido por la sorpresa y los golpes, terminó dándose cuenta que a pesar de su disfraz había sido reconocido en el pueblo por aquellos hombres salvajes, con sus fusiles y perros, y finalmente capturado y sin opción de escape.
James sangraba por la boca mientras veía a los hombres, eran seis, todos con ropas raídas por el tiempo, alpargatas, algunos con gastadas botas militares, sombreros de paja, a ciencia cierta se veía que eran cazadores, que no les importaban ni la guerra ni el desenlace de la misma, solo eran cazadores de fortuna, sin ideologías o preferencias por bando alguno, sonreían, tomaban todos de un par de botellas que tenían a mano, estaban felices , pues sabían que al menos cien reales era la recompensa por el inglés , dinero suficiente para pasar un tiempo sin preocupaciones, Francisco, era el jefe del grupo, borró de un solo golpe la sonrisa su rostro, y mirando directamente a los ojos de James le dijo: “ingles, debéis haber molestado a muchos para que tu cabeza valga cien reales”.
James fue atado con gruesas cuerdas de tal manera que hasta el caminar se le hacía dificultoso, lo montaron en un caballo, no sin antes haber hurtado todos sus alimentos y dinero, aún aturdido por los golpes y el cansancio de horas sin descanso James logró montar y poniendo su cabeza sobre el cuello del animal supo que ya nada podría hacer, y se entregó sin más.
Pasaron dos días y sus noches cabalgando, James no tenía idea a donde le llevaban, su cabeza daba vueltas, recordaba su querida Londres, las personas que conoció al llegar a Venezuela, sus múltiples discusiones literarias en el seno de las mejores familias de Caracas, todos su pensamientos se arremolinaban en su cabeza, tenía todo ese tiempo sin comida ni bebida, la fiebre le hacía delirar, le llevaban por brechas, senderos apartados de las vías principales, el cansancio y el hambre lo vencieron quedándose dormido sobre el caballo mientras el sol abrasaba su frente, de pronto fue levantado en peso por los hombres que le habían capturado, cayó pesadamente a tierra, trató de abrir los ojos, todo estaba borroso para él, solo atinó a escuchar unas palabras sin lograr entender enteramente: “llevadlo, a las barracas, dadle de comer y beber, asead a este perro , el Gobernador no debe verle así”.
Desde el suelo vio unas botas brillantes frente a él, trato de levantar el rostro más el sol hería sus ojos, sintió cuando le levantaban rudamente, arrastrando sus pies fue llevado por los dos hombres hasta una vieja barraca, allí le tiraron sobre una cama, le dieron de beber y colocaron compresas sobre su frente para bajar la fiebre, pocos días después se encontraba en condiciones de caminar por sí mismo, rasurado, vestido, alimentado, siempre estaba fuertemente custodiado y con grilletes en sus pies, más sin embargo había mejorado su aspecto de forma radical, veía como soldados españoles iban y venían, se gritaban ordenes, corrían algunos soldados, supo que estaba atrapado en una especie de fuerte militar, no había salida para él, de pronto un soldado se acercó y le dijo: “ea, tu, ingles¡¡” James giró el rostro hacia donde estaba el soldado, era un hombre de estatura mediana con uniforme de sargento, James se acercó poco a poco hacia él , “camina perro, el coronel quiere hablarte”.
James se apresuró por los empujones que le daban dos soldados, le metieron en una especie de salón adornado exquisitamente, un hombre de canos cabellos, elegantemente uniformado, de rostro frío y firme, se encontraba sentado frente a un escritorio de nogal, habían papeles sobre el, varios objetos, y una pistola, James miraba al coronel con fijeza, mientras este le contemplaba de igual forma: “ debéis aún conservar muy buenos amigos en la corte, el Gobernador mismo, desea entrevistarte, es una cortesía que no se tiene con todos los traidores”.
James sin inmutarse levanto el rostro en franco desafío, sin decir nada observaba al coronel mientras este seguía. “sentaos, y decidme como un burdo escritorcillo ha logrado ganarse el favor de la corte? Decidme, un hombre como vos, que habéis traicionado los más sagrados vínculos de la Madre España, que habéis incluso traicionado a su propio país, a su rey, puede encontrar benevolencia ante sus actos lascivos y cobardes, ayudando a estos salvajes en una lucha que jamás ganarán y que solo terminó traicionando la más elemental delas leyes, la amistad, y el cobijo brindado por la corte española?”, “ que escondéis realmente?”, “cuáles son los planes de las tropas libertadoras?”, “donde atacarían?”, “donde estaba realmente Bolívar?”, “que sabía sobre los sitios donde estaban acantonadas las tropas enemigas?”, “de cuantas armas y hombres disponían en esa región?”, “cuando atacarían?”, “encontraron ciertas cartas escondidas en sus alforjas que demuestran el cobarde y vil traidor que sois, decidme, a quien se las ibais a entregar? , ya tenemos la posición de esos cobardes , ahora solo atacaremos y acabaremos con esos perros, decidme a quien le entregaríais esas cartas? Donde están los cobardes escondidos?, solo sois merecedor de la horca y nadie os podrá ayudar, ni siquiera el mismo rey”.
Eran muchas preguntas disparadas una tras otra sin esperar respuesta siquiera, James, no atinaba a comprender la magnitud de su situación, más sin embargo , mirando los ojos del coronel contesto: “nada se sobre las tropas libertadoras, de hecho ni siquiera sé dónde encontrarles, ni de cuanta guarnición cuenta, solo obtuve esas cartas de un moribundo que cumplía su deber, no he de negarle que si les encontrase gustosamente me uniría a ellos, pues, estos salvajes tal como vos les llamáis, son hombres probos, dignos de su lucha y su tierra, que han visto nacer y morir varias generaciones de ellos, que han cultivado esta tierra con amor, que han regado su sangre y su sudor, son los legítimos dueños de estas tierras, ellos son los que deben gobernarse a sí mismos, evitando así, ser los hijos apátridas de estas tierras, decidme coronel, que bien hemos traído a estas tierras, destruimos su futuro al acabar con su presente, inculcamos una fe desconocida por ellos, entre muerte y dolor, sometemos sus espíritus ante el embate de la corona, vos mismo coronel, aparte de esta guerra en que os encontráis, que habéis hecho para mejorar el sistema político o social de estos hombres?, como podéis hacer que estas gentes amen a un rey que nunca han visto y solo les ha traído dolor?, como convencerles que España solo busca su bienestar cuando solo hay saqueos y humillaciones? Decidme coronel, como impediréis que sean libres?”
El coronel con el rostro descompuesto por la ira apuró el trago de jerez de su copa, con la mirada fija en James acariciaba la culata de su arma, y grito: “guardias, llevaos al prisionero”, entrando dos soldados tomaron a James, mientras el coronel le decía: caro has de pagar tu osadía cobarde traidor, eso es una promesa”, tiro con fuerza la copa contra el piso mientras sacaban a James.
Pocos días después llegaba a la capital fuertemente escoltado, el Gobernador mismo hablo con él diciéndole: “no se quien sois inglés, solo veo un cobarde traidor ante mí , al cual gustosamente ahorcara aquí mismo, pero veo que tienes muy buenos amigos en España, pues piden tu cabeza intacta ante el mismo rey, y debo enviarte allí, lastimosamente el hacerlo es perder tiempo y ocupar a los hombres sin razón , tal como os dije, yo mismo os ahorcara aquí sin pensarlo , pero debo acatar las órdenes de España, así que estaréis confinado a una celda , donde seréis interrogado hasta el día que partáis, hablad y evitaos, todo este sufrimiento que os espera” , James mirando al Gobernador solo dijo: “me acusáis de ser amigo de la libertad, me acusáis de buscar la verdad y la igualdad de los hombres, excelencia solo me declaro culpable de buscar la igualdad y humanidad del hombre, aunque vosotros ya me halláis condenado”, el Gobernador con una ligera sonrisa dijo: “ sois un estúpido soñador, que creéis que el hombre será libre algún día, recuerda que siempre será esclavo de sí mismo y sus pasiones, y ni siquiera la intervención de Lord Byron os salvará de la horca, solo un hombre como vos pensáis que el hombre podrá ser libre algún día sin contar con la naturaleza destructiva del mismo, aun perdiendo nosotros esta guerra, siempre abran otras y siempre existirán los esclavos del hombre por el hombre, de las ideas, de los sueños, nunca el hombre conocerá la libertad plena tal como la concibe, guardias¡¡ llevaos a este infeliz a su celda, y que Dios se apiade de su alma”.
Los soldados sacaron a James de la habitación donde estaba el Gobernador, le trasladaron a caballo hasta un fuerte a 20 días de la capital ya que no se quería que nadie supiera donde se encontraba y el próximo barco no saldría hasta dentro de un mes del puerto. Su asombro fue grande al saber que el mismo Lord Byron intercedió por él ante la corte española, que había hablado con varios funcionarios de la corona y hasta con el mismo Fernando VII.
España no estaba en su mejor momento, el rey enfrentaba la perdida de su supremacía en los territorios de América, la incapacidad para abastecer económicamente estos
territorios, el apoyo económico de Inglaterra a la Gran Colombia, en fin eran demasiados lo problemas que aquejaban a la corte española en esos días para prestar atención a un simple traidor, que básicamente tampoco había hecho mucho daño a España, más sin embargo, ante la insistencia de lord Byron y otros tantos nobles españoles, el propio Fernando VII intrigado ante tanta presión de lord Byron terminó accediendo, con la condición que primero hablaría con él, ya que le llamo mucho la atención, que tanto lord Byron como otros, intercedieran por James Adams, sintió curiosidad por este ingles del que tanto le habían hablado en esos días, dependiendo de su peligrosidad o sus respuestas dictaminaría su destino.
Mientras James, pensaba que harían con él, que le deparaba el destino, que sucedería con sus escritos, se echó en una esquina de su celda, aún estaba débil por el todo lo que había pasado, su rostro ya no era el mismo, barbado, con los cabellos revueltos, sucio, con las ropas hechas harapos la fiebre que iba y venía, y la incertidumbre sobre su futuro incierto, hacían de él solo la sombra de un ser humano.
Ya todo estaba listo para enviarle a España, ya la suerte estaba echada, con cadenas en sus muñecas y grilletes en sus pies, desplazaba con lentitud sus pasos sobre la tierra seca de la barraca, salió en silencio, sintió como el sol hería sus ojos sin piedad, tenía varios días sin salir de su celda, no sabía con certeza cuantos días tenía allí, había perdido la noción del tiempo, estaba exhausto , cada día llegaba el comandante del fuerte, le abofeteaba, le gritaba, le condenaba, le interrogaba, y sus respuestas invariablemente eran las mismas.
Todo estaba dispuesto, sus ojos se habían acostumbrado a los rayos del sol, el comandante ya había elegido un destacamento que le llevaría hacia un barco que partiría a España, con gesto burlón, el coronel veía a James y sonreía, sabía que nada bueno le esperaba y que solo la horca era su destino.
Mientras todo esto sucedía no muy lejos llegaba un caballo a todo galope, era un soldado herido, llevaba su uniforme lleno de polvo de varios días, su casaca estaba teñida de rojo por la herida infringida, dos soldados abriendo las puertas del fuerte, dejaron entrar al jinete, este pidió inmediatamente hablar con el coronel, mientras este llegaba, bajó de su caballo, las piernas le temblaban de dolor, se notaba la palidez de su rostro a pesar del polvo, el sudor y los enmarañados cabellos y barbas, el coronel observo atentamente al jinete, mientras este le decía: “ mi coronel una avanzada de tropas enemigas se aproxima, se encuentran a dos horas de aquí, acabaron con nuestros hombres en el punto sur cerca del río, vienen a caballo, con tropas armadas de fusiles, machetes y lanceros, pronto estarán aquí , vienen en esta dirección”.
El coronel no podía creer que las tropas enemigas estuvieran tan cerca, sus informes le decían que pocos días atrás estaban lo suficientemente lejos y tomaban otra dirección, con los ojos llenos de ira, el rostro descompuesto gritó llamado rápidamente al capitán y le dijo: “capitán que los hombres se armen y tomen posición de combate, esta tarde acabaremos con esos sediciosos de una vez”.
Al cabo de una hora empezaron a divisar a lo lejos detrás de los montes como se aproximaban las tropas enemigas, el coronel tomando un catalejo observó que eran cerca de mil hombres todos armados con fusiles y lanzas, así como espadas y pistolas, divisó también unos 12 cañones arrastrados por mulas, supo inmediatamente que la lucha sería a muerte contaba con unos 700 hombres bien entrenados y suficiente parque, pensó que tenía la ventaja geográfica ya que el fuerte se levantaba sobre una pequeña colina, rápidamente giró la orden de preparar los cañones , los hombres se movían como hormigas buscando la mejor posición para atacar, James veía desconcertado sin atinar a nada mientras era empujado por dos soldados de manera brutal, a empujones le encerraron de nuevo.
Mientras escuchaba a los lejos los primeros disparos, asomándose a la ventana de su prisión, veía a los hombres moviéndose febrilmente, el olor a pólvora llegaba a sus nariz, sabía que debía salir cuanto antes de allí o era hombre muerto, los disparos eran cada vez más cercanos, hombres caían heridos mortalmente y otros recogían las armas de los muertos para apertrecharse detrás de los muros, disparando sin cesar, se escuchaban los lamentos, los gritos. James trataba de tumbar la puerta a patadas, usaba todo lo que encontraba para derribarla, sin éxito alguno, los cañones se escuchaban como truenos, caían hombres por todos lados, el polvo de los cañonazos al caer no le permitía ver claramente, escucho un silbido fuerte, como una ráfaga de viento sobre su cabeza, comprendió que eran disparos de cañón.
Se refugió detrás de unos muebles, cuando sintió, temblar la tierra, el sonido era espeluznante ,el polvo entró por todos lados, el cañonazo había caído cerca donde él se encontraba, no sabía qué hacer , comprendió que no solo estaban cerca las tropas , también que los cañones hacían estragos por doquier, de pronto se oyó un gran estruendo, James salió literalmente volando, cayendo casi al otro lado de la habitación, aturdido y sordo por el ruido, estuvo a punto de perder el conocimiento, no lograba ver nada, debido al intenso polvo que cubría todo, cerró los ojos, con dolor , se sintió repentinamente cansado, quería dormir, no se dio cuenta que empezaba a perder la conciencia, una pequeña luz llamó su atención, trato con mucha dificultad de levantarse, sintió un gran dolor, notando que una de sus piernas estaba llena de sangre, herida por un trozo de madera que se incrustó en ella, el dolor era muy fuerte, sin embargo al disiparse el polvo, notó que casi una pared se había derrumbado por efecto del cañonazo, arrastrándose llegó hasta el borde donde estaba antes la pared, divisó un grupo de hombres muertos cerca de él, como pudo logro levantarse apoyándose sobre un muro, pensó rápidamente, tenía que salir de allí lo antes posible, era su oportunidad de escapar, este pensamiento alivió su dolor.
tomó un fusil medio destruido, apoyándose en el empezó a caminar, buscando una salida, al llegar al patio principal vio al coronel, estaba con los brazos abiertos, con la mirada perdida, un gran charco de sangre sobre su pecho, estaba muerto, James lo miró por unos instantes, luego siguió caminando, hasta encontrar una puerta destrozada, al tratar de salir, volteó cerciorándose que no era seguido o alguien le apuntaba por la espalda, logro salir de allí, soltó el arma sabiendo que si era visto con ella le dispararían sin contemplaciones, habían muchos disparos todavía, veía borroso por la pérdida de sangre , como pudo corrió entre los muertos tendidos en la planicie buscando desesperadamente donde atrincherarse, un balazo se alojó en su brazo izquierdo, haciéndole caer por el dolor, como pudo se arrastró hasta unos matorrales, el dolor hacía su trabajo de manera inexorable, las tropas libertadoras estaban muy cerca, escuchaba los gritos y las ordenes mientras los hombres empezaron a correr cerca de él, un soldado logró verle entre los arbustos , le apunto directamente, James, levanto un brazo, trato de decir algo y de pronto perdió el conocimiento.
Al despertar, se encontraba en una vieja cama, notó que habían muchos militares , todos de las tropas independentistas, se dio cuenta que se había salvado, la pierna y el brazo aún le dolían , sabía que estaba herido, más entre todas las cosas , de alguna manera se sabía a salvo.
Un hombre con traje se acercó, traía en sus manos , algodón, algunas piezas de instrumental médico, así como varios frascos con sustancias irreconocibles para él, el hombre levanto la sabana , miró su pierna y le dijo: “estáis bien ,solo fue una punta de madera en vuestra pierna y el balazo del brazo pasó limpiamente si tocar el hueso, no tenéis de que preocuparos ya que no es nada grave”, James se sintió reconfortado por las palabras del médico, sin pensarlo empezó a preguntar: “ dónde estoy?, quienes sois ustedes?; que pensáis hacer conmigo?, el medico mientras curaba la herida le escuchaba con calma, y le dijo: “ estáis con tropas del Libertador, un soldado estuvo a punto de eliminaros, mas sin embargo tuvisteis la suerte que el otro soldado a su lado pudo reconoceros, supo que sois el poeta que vivía en Caracas, que dedicaba poemas de fuertes letras contra todo el mal que nos invade, que le habéis escrito hermosos versos a Bolívar y nuestra causa, y por ello estas aquí, sabemos que fuisteis condenado por la corona, que vuestra cabeza seria colgaba en Madrid, por la osadía de vuestros escritos y simpatía por nuestra causa, pero no os preocupéis, estáis a salvo, el general O´Leary quien sabia sobre vos, dio la orden de no matarle en caso de encontrarle, de hecho el general Bolívar quiso conocerle, mas pensábamos que estabais muerto o en España, así que no os preocupéis tratad de recuperaros rápidamente, para que volváis a escribir y conocer al Libertador, quien mucho a sabido disfrutar de vuestros escritos”.
El doctor terminó de curar la herida y salió de la habitación, James se quedó pensativo, nunca creyó que el mismísimo Libertador, sabría de su existencia y menos aún de sus escritos los cuales consideraba sin valor para los demás, solo para él.
Pidió papel y una pluma, se sentía feliz y vivo, sabía que su suerte había cambiado, con gran dificultad por el dolor aún latente en él, escribió un poema lleno de amor hacia la libertad, a la gesta que cambiaría toda la visión de la Gran Colombia, y de toda la América, al tener todo a mano escribió:
Canto de libertad
I
Es la tierra de los hombres
De su lucha sin igual
Entre cantos de esperanzas
Ya sus sueños lograrán
II
Con Bolívar y sus sueños
Con la espada y la verdad
Van los hombres por la patria
Con amor y libertad
III
Ya el grito se levanta
Ya la gloria llegará
Esta suerte ya está echada
Somos libres de verdad
IV
Toda América libre ya será
Con sus brazos abiertos está
A la gloria y e igualdad
Con justicia y hermandad
V
Es Bolívar grande héroe
Con su gesta y gran pasión
Libertador de mil sueños
Con su espada y corazón
James Adams.
Entregó el papel al médico diciéndole: “en este momento estoy muy débil de cuerpo, más mi alma esta fortalecida, espero podáis hacer llegar estos humildes versos al Libertador”.
Dicho esto, James se durmió plácidamente, sabiendo que había logrado sobrevivir a todo este infierno, que la libertad reinaría y que era ya imposible apagar el fuego de la libertad en estas tierras.
Tras su recuperación, regresó a Caracas la cual ya era gobernada por los independentistas, supo del marques Antonio Estrada, el cual fue capturado justo cuando abordaba un barco para salir hacia España, estaba preso en Puerto Cabello, y seria juzgado por traidor al encontrársele armas, documentos y algunos oficiales españoles escondidos en su casa.
Tiempo después recibió una carta de mismísimo Libertador pidiéndole fuese a Bogotá, pues quería conversar con él, pero lamentablemente sus ocupaciones no le permitían ir a Caracas en ese momento,
James estaba estupefacto, no daba crédito a lo que decía esa carta, arreglo todo para el viaje, el general Salom sería su compañero de viaje, así como otros oficiales de alto rango que se dirigían a un congreso en dicha ciudad.
Después de varios días de viaje, cansado y excitado al mismo tiempo ante la presencia de Bolívar, con las piernas temblorosas por la emoción, se inclinó ante el Libertador, este le hizo un gesto para que se levantara mientras le decía: “nunca más debéis inclinaros ante otro hombre, querido amigo, esta guerra fue para que todos los hombres fueran iguales ante la justicia y ante Dios, levantaos y seguidme”.
Entraron en una habitación donde estaba servida una mesa con distintos tipos de alimentos y manjares,
Se sentaron frente a frente y Bolívar dijo: “sois un hombre de gran valor James, habéis sacrificado todo por una guerra que nunca fue vuestra, arriesgasteis vuestra propia vida, por una tierra extraña a vos, decidme que os impulsó a hacer eso?
James contesto: “La libertad en cualquier parte del mundo es un don inapreciable, con un valor superior a la codicia del dictador o el negro corazón del cobarde, esta tierra me acogió con amor, y con amor también le he pagado, aquí logré muchos amigos y muchos de mis escritos, después de haber perdido todo en mi propia patria, fui recibido como un hijo más de esta tierra, como un hermano más en Venezuela, y por ello debo mi lealtad y mi alma a este país hermoso, debo también disculparme por haber perdido las cartas que me fueron entregadas por un correo malherido donde se daba la localización de vuestras tropas”
Bolívar le miraba en silencio, acucioso de cada palabra de James, tomo un trago de su copa y dijo: “no debéis daros por perdido, ni debéis pedir disculpas, pues en realidad me habéis favorecido, así como el destino que llevó esas cartas a vuestras manos, pues la información de las mismas eran falsas y el haberlas perdido en manos de los realistas, solo hizo que movilizaran sus fuerzas hacia el oriente permitiendo hacer que atacáramos con fuerza en el centro del país logrando una victoria contundente que selló nuestra independencia, por lo tanto mi querido amigo James, el golpe de suerte que llevó esas cartas a vuestras manos , fue el mismo que de alguna manera nos hizo libres”
James quedó sorprendido ante la confesión del Libertador, le miraba incrédulo, mientras Bolívar sonreía francamente, le dijo a James que deseaba que colaborara en el nuevo gobierno, que necesitaba de hombres probos como él, que era necesario dar a conocer las letras y el conocimiento para lograr convertir al país, en un país de intereses comunes y no personales, James accedió sin pensarlo dos veces, mientras Bolívar le decía: “sois el bardo de esta tierra, el bardo de la libertad”
FIN
Luis Guillermo Villasana
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