foto del poeta Marvin Valverde
Ironía, dudas y realización desde los márgenes del deseo y el juego del amor.
Prólogo al libro La Baraja de Eros, poemario de Marvin Valverde, EUCR, 2020
He discurrido entre los versos del primer poemario de Marvin Valverde, La baraja de Eros, que quizá alguien quisiera señalar como poesía erótica desde las masculinidades.
Sé, por la cercanía que nos une desde los talleres del Grupo Literario Poiesis, que estos textos nacen aparejados a otro poemario que indaga más en los temas sociales y existenciales, otra veta temática del autor.
En este caso, podría hablarse de poesía amorosa, podría hablarse de indagación en los márgenes del deseo y el erotismo, pero encuentro otras aristas del mensaje, en medio de la posmodernidad, que tienen que ver con las dificultades de la relación amorosa, con la paradoja entre la apropiación de los arquetipos relacionados con lo femenino y su polo opuesto, así como con el cuestionamiento, sobre todo a través de la ironía, de la posible realización amorosa; además con la determinación de búsqueda de la cópula, no solo como respuesta instantánea ante la seducción, sino como resultado de la indagación sicológica en pro de una lucha contra la soledad y en pro de la unión más genuina y verdadera.
Para lograr un texto, que por un lado promueve el arquetipo, los modelos tradicionales en pugna con la vida moderna, y por otro lado lo cuestiona e impulsa el afán de una conexión más plena, el yo lírico ha de indagar en su propio ser, encontrar sus propias dificultades de comunicación, usar la gracia y el desparpajo, llegar al clímax, generar los instantes del celo, la envidia, lo grotesco del desvanecimiento del momento álgido de la vivencia amorosa y el consumo de la relación vacua y, a veces, hasta absurda.
El título incluye dos elementos asociados: el juego de azar representado por la baraja y el personaje mítico, Eros, que representa precisamente al deseo y su pulsión vital que implica unión de cuerpos y algo más. Desde el principio del poemario, los elementos del ludismo en relación con el tema del amor se desbordan y se aparejan con los arquetipos de lo femenino, el símbolo lunar, entre ellos: “Por el gran teatro, la menguante / hace malabares con los nublados”. La idea de que se trata de un desarrollo teatral, circense, de un espectáculo o juego implica también la observancia de los terceros en el acto de los enamorados. El ojo del poeta está atento y una ráfaga de viento irrumpe, como “volandera traviesa / que se quiere robar cualquier falda”. Luego: “en el otro lado veo tu silueta / desde que te conozco pienso / tal vez seas mi llama melliza”. (nótese el rompimiento con la metáfora popular y el cambio de alma por llama, apropiándose del elemento pasional). Lo femenino se asocia con la seducción y el capricho y el poeta juega con las rimas internas entre el elemento del cuerpo femenino: los pezones y los fisgones de la otredad presente. Y al final, la huida de la pareja de aquel hormiguero para lograr el alivio de la piel.
Sin duda, este primer poema, demarca la intención de andanza del yo lírico, la búsqueda del aparejamiento en una sociedad distópica que, como se verá, luego en el desarrollo del poemario, nos ha creado, no seres humanos, sino seres ideológicamente sexuados, con base en modelos, prejuicios, hasta ser o no ser parte de los roles, determinados por la hipocresía y el engaño.
Es importante señalar que la poesía, diz que amorosa, erótica e irónica de este poeta, discurre por el ámbito urbano, va del afuera a la casa, como señal de refugio para el amor o la soledad. Los elementos lúdicos son muchos, la bola que parece remitirnos a la mejenga callejera, la ruleta, las acrobacias, los dados, etc., desfilan en tanto se dilucida el carácter de lo femenino en visiones tradicionales de nuestra cultura: la coquetería, la vanidad, la burla, el engaño, y pocas veces, la posibilidad de una relación basada en valores de sinceridad y entrega genuinas.
Por lógica y antonomasia, el cuerpo femenino logra no solo despertar los elementos del deseo erótico, sino el reflejo de la masculinidad, también deformada por lo social y la crítica acerba contra el engaño: “Ya no bajaré más al fondo de tus muslos / ni volveré a delirar sobre tu pubis. / Hoy vienes con tus hilos reciclados. / No me envolverás con tus palabras. / No caeré en el fraude de tu saludo / ni beberé más de tu verdad mentirosa”. En esta cita, también es de denotar un elemento valioso en todo el poema: la ropa como símbolo de género, esta vez con la gracia metafórica de “hilos reciclados”. Igualmente se hablará de escotes y otros elementos, y se imbricará el lenguaje del Eros con el lenguaje de la vida moderna, cibernética y virtual, de acuerdo con las vivencias actuales: formatear, coordenadas, etc. También es digno rescatar el buen gusto del estilo que permite la inclusión de otros personajes míticos de la femineidad como Ariadna, Pandora y Hécate, que inscribe otro elemento del arquetipo femenino de la bruja, con los hechizos, las pócimas y los rituales. Por otro lado, el arquetipo de lo masculino, casi siempre se asocia a manías, locuras, desenfrenos, antojos, búsqueda de la aventura per se. El símbolo del fauno es consustancial a este ser representado por el yo lírico. Este ser mítico remite a lo salvaje de la naturaleza, al instinto primario donde la lujuria y la irracionalidad de lo sexual prevalece ante la enajenación que la cultura y lo social imponen, como medidas de contención y represión. “Si tu boca juega con mi instinto, / se despierta mi fauno / al bajar al fondo de tu hondura”.
Nos vamos a un poema muy emblemático para mí: El impredecible, que a partir de acciones llega a la definición del amor, con la técnica de la inminencia, de qué sujeto se está hablando.
Luego de todas las peripecias verbales atribuidas a un sujeto oculto, viene la pregunta: “¿Cuántos más rodaremos en su ruleta?” Al descubrirse el sujeto de todas las oraciones anteriores, se hace la metáfora amor igual soga. Que remite al ahorcamiento: “quien pierda su juicio / podría acabar colgado de su sombra”. Recordemos que el loco es el varón y la pócima es propia del arquetipo de la bruja como ahora será posesión del amor, al igual que las artimañas femeninas son ahora consustanciales al amor. Y con estos tres versos, se dilucida la clave del poemario: “Todos adoramos en su altar, / todos bailamos en su mascarada, / todos apostamos en su juego”. El altar remite al matrimonio, la mascarada a la hipocresía social y al final todo se trata de una apuesta en el juego.
“El amor (nos dice) es un tahúr, “su baraja rifa los destinos, / no hace más / que repartir ficciones” La conclusión del poema deviene en la conclusión filosófica, quizá manida de la posmodernidad donde todos jugamos a crear y creer ilusiones, fantasías. Y quizá sea este el remedio ante la soledad.
Pero en La baraja de Eros, aún falta escudriñar otras respuestas. Y es donde, poco a poco, estalla, desde los más intensos momentos líricos, la pregunta existencial, la fortaleza vivencial, la capacidad de dar algo más que reproducción de lo arquetípico, algo más que enfrascarse en la posmodernidad rompedora de paradigmas, las certezas de una vivencia que es capaz de revelar algo de verdad, en medio del descreimiento, la ironía, ante la sensación de orfandad que deja una búsqueda infructuosa, también puede prevalecer el amor, entre marejadas de erotismo, hay también una respuesta válida, emotiva, espiritual:
Cierro con estos versos, esta breve aproximación a la poesía primera que se atreve a publicar Marvin Valverde:
Nos dejamos llevar por la sangre.
……….
En el océano de sábanas
eres mi estrella polar,
me llevas a la puerta sur de tus piernas,
las manos, catadoras de deseos,
van y vienen entre los abismos de tu piel.
……….
La cama es nuestro altar.
Toda manía que escapa por los poros:
es una oda a nuestro lado oscuro.
…….
Estoy confinado
a los tres ángulos de tu sombra
y a las espirales que allí se dibujan.
……..
Librar batallas entre tus caderas
es un paraíso más allá de los cuerpos,
es una excusa para no morir,
es nuestra forma
de vencer soledades.
Así el vuelo de la poesía ha vencido, la oscuridad que parece representar lo femenino, es, en muchos instantes, la luz capaz de rescatarnos, en un oximorón que solo se explica mediante el ejercicio de la inspiración, que no fue buscada, pero que encontró a Marvin al acecho, trabajando sus versos.
Ronald Bonilla
poeta y editor
Premio Nacional de Cultura 2015
Comentario
Buen trabajo, Ronald. Un gran incentivo para la lectura.
Gracias, Ma. Beatriz, es el primer libro de Marvin Valverde, no tan joven, cumplió 60, y desDe hace como 7 años participa de nuestros talleres, es profesor de música, ahora está en labores administrativas en la educación, abrazos.
GRACIAS bENJAMÍN, ESA ES LA IDEA, ESTE LIBRO SE PUEDE PEDIR a la Editorial de la UNIVERSIDAD DE COSTA RICA, ABRAZOS
¡Excelente prólogo, consigues incitar a leer a Marvin, Ronald!
Las letras de tu amigo Marvin mi querido Ronald, son bastante eróticos, ciertamente se desprende de ellas, que es un poeta joven todavía.
Y tu PROLOGO, ay amigo, ha estado ESPECTACULARMENTE bien analizado y pronunciado! Y era de esperarse, porque provienen de una persona de reconocida trayectoria literaria!
Felicitaciones mi querido Ronald!
Un orgullo leerte mi grandioso amigo!
Cariños
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