CRUZ-DIEZ EN PARIS PINTANDO LA LLUVIA (CUENTO HOMENAJE AL GRAN ARTISTA CARLOS CRUZ-DIEZ)

“Paris misterioso e indescifrable en el que nada –ni nadie- es realmente lo que creemos que es”

Marc Chagall

CRUZ-DIEZ EN PARÍS PINTANDO LA LLUVIA

Dicen en París que tu pensamiento ordena la obra cuando ves las hojas caídas en el Parc Montsouris, en el París de la ruta del Sur. Has tomado esas hojas muchas veces y has paseado hasta el Quai de Conti, cuando venías por la Rue de Seine, en el corazón de Saint Germain de Prés. La luz de ceniza y olivo del río no te dejaba ver las formas que se movían igual que las hojas.

Parpadeaba la calzada a causa de la humedad otoñal, y ya estabas cerca del borde del gran río, al pie del Pont des Arts, para dejar caer desde allí las hojas que llevabas para trazar una pintura cualquiera. Todavía no tenías las formas definitivas pero sí la certeza de que el Parc Montsouris podría ser modelo de las imágenes que iban como locas por tu invención.

Era el tiempo de la indecisión del arte: ¿Quiero hacer un retrato que me pagarán bien? No era esa la intención pero pudiera ser. En el puente estuviste un buen rato, mientras a tus ojos se presentaba un cuadro fragmentado de rayas y círculos de colores diversos. Era quizás la reverberación de pálido amarillo en las ventanas de los edificios con balcones siempre vacíos, y te preguntabas por qué están vacíos los balcones de París, y nadie se asomaba ni siquiera a la ventana para husmear en la vida de los transeúntes. París siempre solitario entre tanta gente que camina y baja del bus o está en los parques. Siempre solo.

En un café del Quai Conti hallaste abrigo. Vino el mesero, diligente como en época de turismo, y te ofreció de beber o comer. Te quedaste con un café au lait, nada más. Allí podías tomar la bebida caliente y mirar alrededor para hallar un motivo que sacudiese la imaginación.

Pero el amor vence y te llama con su palabra: Una bella mujer tomó asiento en la mesa contigua a la tuya y te miró de soslayo, con alguna indiferencia. Recordaste un poema de León Felipe, más o menos así: “Llegué a ti como llega hasta el agua la piedra y turba tu remanso. Fui piedra para ti”.

Algo recordabas del poema, pero no se lo dijiste a la extraña compañía. Querías saber su destino, el por qué estaba allí siguiendo tus pasos, porque la imaginación todo lo crea. Y nada pasó.
Tu pensamiento se retorcía en muchas formas. Veías desde la planta baja de tu vivienda y mirabas hacia arriba las escaleras que tuercen su rumbo cuando se ven desde abajo. Era como un laberinto que se desenvuelve en espiral, como un caracol. Quizás allí estuviese el inicio de tu creación de llovizna y frío.

Objetos de mil formas, figuras geométricas coloridas: rombos, triángulos, cuadrados. Todo estaba en cada rincón de la ciudad. Hasta el tíovivo te decía del movimiento perpetuo, con la música chaplinesca y las flores de la violetera ciega como escena de fondo. Del bolsillo del abrigo sacaste el mapa del metro de París, con sus líneas cruzadas de verde, rojo, amarillo, distancia. Un cuadro pequeño donde caben todos los parques y monumentos, y que puedes llevar en el bolsillo. París entero en una telaraña.

Los rostros humanos los veías en las vitrinas del barrio Marais: cera y bronce, cabellos de humo.

Tenías todos los temas para la obra.

Habías abandonado el café y a la mujer que tampoco te veía. ¿O se veían sin aparentarlo? En el largo recorrido desde el Parc Montsouris alcanzaste la noche oscura a las seis de la tarde. Sonaría el ángelus en la Catedral de Notre Dame y entrarías a escuchar la música de órgano que llama al sosiego y el recogimiento. Sólo un rato, porque Quasimodo podía estar cerca.

Ya por fin llegaste a la casa y levantaste la sábana que cubría unas formas imprecisas. Todavía la duda te angustiaba.

(El cuento que presento es un homenaje póstumo al artista cinetista Carlos Cruz-Diez, venezolano fallecido en París a finales del mes de julio de este año 2019. Murió de 95 años de una vida creativa insigne. Honor por su amable amistad)

Vistas: 90

Comentario

¡Tienes que ser miembro de ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME para agregar comentarios!

Únete a ORGANIZACION MUNDIAL DE ESCRITORES. OME


PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Alejo Urdaneta Fuenmayor el noviembre 22, 2019 a las 6:34am

PIEDRA DE SAL / León Felipe
Tu estabas dormida como el agua que duerme en la alberca ... y yo llegué a ti como llega hasta el agua que duerme la piedra. Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste como en ondas el agua que duerme se quiebra cuando llega a turbar su remanso dormida la piedra. Piedra fui para ti, piedra soy y piedra quiero ser, pero piedra blanda de sal que al llegar a ti se disuelva y en tu cuerpo se quede y sea como una levadura de tu carne y como el hierro de la sangre en tus venas. Y en tu alma deje una sed infinita de amarlo todo ... y una sed de belleza insaciable... eterna...


PLUMA DIAMANTINA
Comentario de Alejo Urdaneta Fuenmayor el agosto 14, 2019 a las 6:36pm


PRESIDENTE HONORARIO
Comentario de Aimee Granado el agosto 14, 2019 a las 6:05pm

Una interesante narrativa, llena de matices y de revelaciones.

Nos trasladas al lugar exacto y vivimos las  interrogantes del protagonista que busca desde

el alma un motivo para alcorzar la  imaginación que ha de inspirar su obra.

Me encantó como siempre perderme entre  tus letras y sentir este placer de la lectura que atrapa entre sus ramas y nos cobija.

Un saludo desde el alma, llegue a tu corazón.

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

Your image is loading...

Insignia

Cargando…