Ustedes me honran llamándome poeta y debo corresponder ese honor, realizándoles una íntima confesión.
Lamentablemente no soy poeta y aunque he escrito algunos libros y ensayos, no me llamaría ni siquiera escritor.
Les transcribo una especie de presentación del libro que se editará en breve que se denomina “Historias Reales” y en el que más bien, como un humilde periodista y activista social de casi treinta años en defensa de los que no tienen voz, esbozo un homenaje a las vidas sencillas que representan a las grandes mayorías de nuestros cinco continentes:
“Soy un narrador y ni estoy seguro de que esa sea la definición, pero si lo fuera, sería un narrador de pequeños hechos, de las cosas simples de la vida, de los gestos sencillos, un artesano de anécdotas.
Sin otra pretensión que hilar la sucesión de acontecimientos que comprendan a los anónimos, a los no tan anónimos, junto a los destacados.
Y pintar la belleza de las vidas humildes que construyen el mundo cada día.”
De paso les presento un no poema que escribí referido a lo que les he contado:
“Que sería del mundo sin las doñas que temprano a la mañana barren las veredas del zaguán de sus casas
Que sería del mundo si ellas no supieran los secretos de estirar el guiso para que sus críos coman un día más
Qué pasaría si no enseñaran a sus nietas a zurcir las medias, bordar un delantal, a tejer un abrigo
Que sería del mundo si ellas no regaran los malvones y geranios de maceteros eternos de balcones grisáceos
Que sería del mundo si no desconfiaran de los números del almacenero y su cuaderno manchado, si no pidieran fiado, si no se sonrojaran por alguna deuda de la otra semana
Que sería del camionero, del omnibusero, del lechero, del afilador
del trabajador, del que va al liceo e hilvana sueños de justicia y paz
Seguramente el mundo estaría frágil e indefenso de los panzudos solemnes y de su soberbia, bien acicalados, perfumados sus traseros rosados y sus casimires, con olor a muerte, guerra y depredación y sangre en sus garras
Sigan regando hortensias, barriendo veredas, zurciendo la ropa y criando a sus hijos que el amor es el sentimiento más humilde pero más poderoso del universo “
Comentario
¡Bello escrito, Juan Pedro, con ansias de justicia y reconocimiento a los hechos cotidianos no siempre valorados!
Excelente publicación.
Es cierto y en esto estoy totalmente de acuerdo que el mundo lo mueve la sumatoria de todas estas fuerzas anónimas, estos seres sencillos despreciados en oportunidades por algunos de aquellos opulentos que ostentan el poder. Si no se crían los hijos, se cultiva la semilla y tantas otras pequeñas grandes tareas que sustentan el mundo... ¿Qué sería de este sumergido en el caos con su tremendo deterioro ambiental y humanitario?
Felicito tu valioso aporte, Juan.
Un saludo amistoso desde Argentina.
Así es amigo, el amor en medio de su humildad emana la grandeza de su espíritu hacedor de milagros.
Y en cada detalle sencillo y cotidiano de la vida se hilvanan tantos anhelos y expectativas que son cruciales para la vida y su peregrino andar entre azares y nuevos horizontes.
Tu crónica es maravillosa, llena de valores que nos acercan al humanismo sugerente y espléndido en razones.
Un aporte que nos hace reflexionar y sentir que no todo se ha perdido, porque seres como tú ofrecen las bondades de sus vidas en el nombre de los que no tienen voz.
La presentación de tu libro es fabulosa y engarza tus principios.
Gracias por este bellísimo aporte tan didáctico donde desnudas tu alma poética.
Un abrazo cordial.
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