La ardiente resaca del placer.
con un abrazo el se la curaba,
y la hostilidad si se daba,
con compasión la podía detener.
No caminaba hacia el ayer,
su alma no estaba encandilada,
el sol para el nunca se apagaba,
la felicidad el quería tener.
La dulce gratitud el recibía,
tenia todo el amor del mundo,
con las cosas hermosas el convivía,
Antes por pensar poco dormía,
ahora sueña algo muy hermoso,
acaricia a su diosa con alegría.
J.Jesús Ibarra Rodríguez.
Derechos Reservados.
México.
Comentario
hermoso querido amigo, un placer dejarte mi huella, Marco
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