CASA DERRUIDA
La sombra yacente, el árbol
sin verticalidad apagado lento,
la plétora verde plateada de cada hoja,
el eco y zumbido del hacha asesina
se ahogó en este dantesco cuadro desgarrador.
Ahora, acaso el zorzal acostumbrado
podrá explicarse por qué derribar
al único lugar donde el nido tejido con heroica
constancia artística, convertido en escombros
¡pobre pajarillo pulverizado sus sueños!
El trinar doloroso, calló desde lo alto
como una piedra, piedra rodando
por las mejillas hasta detenerse en el arroyo
donde el agua también herida, oxidada
dejó su canto enredado en el hedor del fango.
Al fondo la casa sin aquella
sonrisa colorida cuando sorpresiva
el retorno a sus aleros, todo bullía
y revoloteando los instantes indescriptibles
ya quedaron ¡cuánta pena!, sepultados.
Por todas estas cosas he decidido
perder mis últimos rastros en aquella
inmensa noche donde aciagas,
sin esperanza alguna se diluyó cada
partícula de mis sueños dentro la casa derruida.
Orlando Ordóñez Santos.
Derechos Reservados – Imagen de la Red.
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