Carta a una musa.
¿Qué si te quiero? Es bien sabido. Lo sabe el sol y lo sabe el viento. Lo sabes tú perfectamente porque lo sientes vibrar por todo tu cuerpo.
¿Qué si te amo? Es harto cierto. Lo sabes en tu mente y en el fondo de tu corazón que late con ritmo de contento.
Los días lentamente van pasando y la distancia poco a poco se estrecha. Llegará el momento de admirar tu mirada hechizante e indiscreta.
Y las horas se apresuran cómplices eternas de los enamorados.
Las acompaña encendida la luna que sabe bien en que lugar nos encontramos.
La brisa susurra como suave caricia tu nombre a mi oído. Las aves risueñas te llevan mi canto haciendo de cada mañana un nuevo paraíso donde tu nombre y el mío se llenan de color.
Las más lindas flores te dan homenaje con esa belleza que te luce tanto.
Tu cabello ensortijado se inquieta como pañuelo blanco en despedida.
Mis besos te buscan ansiosos para amarte locamente cada día.
Hoy te escuché cerquita, con esa dulce voz que me hipnotiza y esa risa juguetona que me alegra y hace sonreír mi alma. Miré tu retrato y me perdí en la serenidad de tu mirada y en tus ojos profundos; en la sobriedad de tu rostro, que me enamora cada día.
Te amo. ¡Te amo tan intensamente que difícilmente lo creerías!
Por ti contaría las gotas de agua que trae la lluvia cuando cae intensa. Caminaría un desierto con el sol a cuestas, si supiera que después del último grano de arena, te encuentras tu.
¡Tú! Manantial de agua clara que calma mi sed. Sombra que me cubre y escudo que me protege.
¡Tú! Mi alimento; mi mejor medida; mi bienestar; mi medicina.
Eres todo lo que miro y todo lo que quiero ver. Eres lo que quiero y lo único que quiero tener.
Eres mi sol, mi mar, mi luna y mis luceros. Eres el tesoro que aguarda al final de mi sendero. Tú eres la más bella canción de amor y la entrega sublime de amantes perdidamente enamorados.
Eres mi religión y mi fe ciega para amarte con fervor e ilusionado. Miras la luna llena cuando yo la estoy mirando. Escuchas las olas del mar que yo mismo estoy contando. Sabemos que en la distancia nos amamos. Que no importan los espacios ni los minutos cuando caminan sin ganas y despacio.
Nuestro amor es más grande que el universo y más ardiente que el mismo sol.
Nuestro amor espera eterno sin alguna condición.
Carlos Eduardo Lamas Cardoso.
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