Son carne de pasto antes
de empezar la batalla.
Ojos llenos de inocencia,
no entienden lo que significa
la guerra.
Caritas de horror y temblorosos,
no saben lo que les espera.
¡Por Dios, son niños!
Y en el mando del poder,
peces gordos sin escrúpulos,
enfrentándolos a una muerte segura.
Protegiéndose sus espaldas,
carentes de toda sensibilidad
y benevolencia.
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