CUARTO CAPÍTULO
Apenas mencionaron que jamás comerían carne, cuando miles de seres se arremolinaron en torno a ellos y les daban besos y abracitos cariñosos.
En eso apareció en el Rey acompañado de su séquito y con una amplia sonrisa les dijo:
-Yo leo el corazón de los humanos y sé que son sinceros por eso les mostraré algo que pocos han visto y menos saben quién los produce, ¡vengan!- Al tiempo que preguntaba se dirigió a la guía.
-¿Odra ya se los mostraste?
-No, no señor, solo les mostré parte de la ciudad y cómo conseguimos los alimentos-
-Está bien- dijo el Rey.
Chasqueó los dedos y al instante se abrió una puerta en la cúpula de la cueva dejando ver el negro cielo con sus bellísimas y brillantes estrellas.
-¡Oh! Es más hermoso el cielo visto desde aquí- dijo maravillada Sakary.
Apenas acababa de mencionarlo cuando unas luces ondulantes empezaron a bailar en el cielo.
-¡Ahhh!, ¡ohhh! ¡Que hermoso! ¿Quién produce esos efectos tan preciosos? Son las auroras boreales… ¡Nunca las vi tan cercas!
-Esos efectos los han producido ahora ustedes- Dijo el rey.
-¿Nosotros?
-¡Sí! Los han producido ustedes al dejar la maldad de eliminar animales, porque esas luces son los espíritus del bien y se manifiestan cuando hay corazones buenos, que deciden cambiar la ruta de su mal camino.
Sakary emocionada miraba las luces como mantas enormes que cambiaban de tonalidades: verde, azules, violeta, naranja y de pronto se vio envuelta en un vértigo de colores que la arrasaba, arrastraba y envolvía…
Despertó adolorida al sentir la lengua caliente de un perro, escuchó a lo lejos la voz de Takumi que la llamaba…
-Saaaaakaryyyyyyyy…
-Aquí, por aquí.
-Señorita me había asustado. Ya viene el invierno y todo se hace más oscuro…temía no encontrarla.
-¿Cuánto tiempo tiene buscándome?
-He, pues…después del accidente, me perdí y es ahora que la empecé a buscar.
-Dónde estuvo entonces- preguntó Sakary.
-No me la va a creer…lo más chistoso de lo que le voy a decir… me dormí, soñé… ¡usted estaba conmigo en ese sueño!
-Ja, ja, ja, ja, ja, ja…-rieron los dos divertidos al tiempo que amarraban nuevamente los perros al trineo, para iniciar el regreso…
Mientras, unos ojitos misteriosos los espiaban detrás de la nieve…
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Autores
Celeste Hernández (Lidia Trinidad Sanchez Gutiérrez-México)
Beto Brom (Israel)
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*Registrado/Safecrative N°1712295210529
*Imagen de la Web con texto anexado
Comentario
Ambos contentos al saber que disfrutaron de nuestro cuento.
Mucho nos complace recibir vuestros alicientes comentarios.
Van abrazotes queridos amigazos
Celeste/Beto
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