PRIMER CAPÍTULO
Una pluma soltó Takumi, buscando la dirección del viento...un aire gélido lo envolvió haciendo que sus huesos se estremecieran...el aullido del lobo se escuchó a lo lejos...era el momento de iniciar la aventura.
Sakary, la nativa inuit lo acompañaría en esa inusitada travesía, y sin perder tiempo fue en busca de los perros que, percibiendo en el aire el comienzo de una nueva experiencia, comenzaron con sus aullidos de alegría, deseosos de emprender el riesgoso desplazamiento hacia el bosque lejano, que tanto los atraía.
El veterano Takumi, famoso en la región por sus largas y exitosas expediciones, se acercó a su camada de expertos caninos, todos eran de raza Alaskan Malamute; ya sus antepasados, pertenecientes a la tribu Mahlemiut, los criaban pues eran de cuerpo fuerte y musculoso, requisitos especiales para el trineo, además capaces de cargar hasta veinte kilos por decenas de kilómetros; su aspecto era altanero, dueño de un pelaje abundante de suave cola llevada sobre el dorso.
Después de los preparativos necesarios, apenas el sol apareció anunció a su compañera que era el momento de partir hacia el río Kobuk, buena zona para la caza.
Los perros corrían emocionados jalando el trineo arreados por Takumi, el viento helado pegaba en la cara de Sakary que pese al abrigo de piel que llevaba no impedía que el helado clima la estremeciera.
Pronto dejaron los iglús detrás y frente a ellos se miraba la blancura de la taiga. Llevaban dos horas de camino cuando Sakary advirtió a su guía de unas huellas en el hielo.
En su primera inspección ya se percató que se trataban de pisadas de un animal grande; siguió revisando…no había duda… eran de un taq-uka-aq, o como también lo llamaban... Gigante de Kodiak. Le comentó a su compañera que deberían andar con cuidado, este ejemplar pertenecía a la raza más grande de los osos, pueden llegar a pesar hasta ochocientos kilos o más, además, el hecho que estaba bastante alejado de la zona del lago Kodiak, donde por lo general atrapada los salmones, su preferido alimento, lo interpretó como perdido o quizás herido, razón por la cual correspondía estar en continua alerta, pues esos osos, no tenían buena vista, pero su oído y olfato eran muy desarrollados.
Sakary escuchaba y el miedo la invadió…
-¿Qué hacemos si lo encontramos?
-Muy sencillo, si nos topamos con él, hay que tirarse al suelo, taparse el cuello con el abrigo y tratar de esconder la cara entre los brazos. No hay peligro alguno, no son agresivos…no va a haber dificultades, pero la manera más rápida de buscarse un problema es echarse a correr.
Apenas terminaron de comentar, cuando entre la niebla…unos rugidos feroces surgieron rompiendo el silbido del viento, y frente a ellos unas fauces y garras amenazaban con destrozarlos, paralizados por el miedo olvidaron las recomendaciones anteriores, Sakari impresionada por el tamaño del oso, asustada lanzó un fuerte grito que se escuchó en toda la montaña. El animal enojado entonces lanzo un rugido y unos fuertes manotazos que destrozaron el trineo, soltando así los perros que intentaban alejar a la bestia con sus rugidos y ladridos.
Takumi aprovechó y recogió del suelo a su compañera que miraba con ojos como plato la desigual pelea de perros y oso.
Cojeando la llevaba entre la niebla aunque sabía que esa lucha quizás la tenían perdida, sin perros, sin alimento, ni guarida donde sobrevivir…entre el hielo , la niebla, y el cansancio, fueron perdiendo las fuerzas cuando de repente cayeron en una pronunciada pendiente…
CONTINUARÁ
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Autores
Celeste Hernández (Lidia Trinidad Sanchez Gutiérrez/México)
Beto Brom (Israel)
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*Registrado/Safecrative N°1712295210529
*Imagen de la Web con texto anexado
Comentario
Contentos que nos lees, BENJAMÍN
Te esperamos en los siguientes capítulos...
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