Atrapada en el tiempo
Declina la tarde mansamente hacia el ocaso,
mecen las parras sus pámpanos al viento,
mientras miras como pasa la vida en un instante,
en esa lucidez que te permites a destiempo,
cuando deja un respiro el agobio y los malos pensamientos,
cuando el alma se serena y se derrama en sufrimientos,
pasmada de que pueda aguantar tanto tormento.
Cicatrices que son de tu combate diario e incruento,
durezas y callos que el calzado de la vida te ha impuesto,
como una suerte de capricho incompresible y pasajero
por no se sabe, qué pena amortizas, ni el rol que te ha dispuesto
en el gran teatro del vivir, en su tramoya y su pergeño.
Y no mermará la noche, de clamor y sinsabores, los momentos
que agonizas, que son siglos, hasta que vence el sueño
y despiertas entonces, a otros fantasmas, en ensueños,
más crueles y terribles por desmanes y por destierros,
rumiando papeles de impíos actores, aberrados y fieros,
que te inquietan, te amedrentan, conminan y asaltan
con eternas pesadillas de ansiedad que nunca acaban
en despertares placenteros, sino en llanto y desesperos,
de otro comienzo, de otro día más atrapada en el tiempo.
Francisco Pérez G. (España)
...un poema que desató muchas lágrimas
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