UN ATARDECER
Vos sostenías levemente una rosa y yo te hablaba de amor
levemente esa tarde,
cuando caminando bajo los tilos, íbamos los dos
junto al crepúsculo rosado.
Era la última vez que nos veríamos
porque el destino proyectaba separarnos...
Vos sostenías una rosa
roja como tus labios que encandilaban mis ojos,
y en tus ojos profundos perdía mi destino
como un náufrago solitario en la silenciosa inmensidad.
Prudencia, celosa y contrariada
medía mi desatino aquella tarde
cuando en silencio, hacia el crepúsculo rosado
íbamos mirándonos los dos.
Comentario
Y nos dibujas con el pincel del corazón ese rosáceo rosicler en el crepúsculo, tu amada, tu destino y la rosa dejando su aroma entre tus versos.
Encantado compartir, suave y melodioso junto al trino del alma que emociona y nos cautiva.
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