AGORAFOBIA
Eran ya muchos días de confinamiento. Cincuenta días de estar encerrada en las cuatro paredes de su recamara, provocaron a Ofelia una sensación extraña. Todo comenzó por ya no querer ver a sus familiares, confinados también pero en las otras recámaras. Luego ya no aceptó visita alguna.
Después solicitó que los alimentos se los dejaran "afuerita de la recámara...nomás me tocan y listo..."...y de ahí sobrevino todo el desastre.
Nunca más salir. Así pasó el resto de su vida.
Largas jornadas en que pidió primero a sus compañeros de trabajo que le tramitaran permiso tras de otro, para finalmente ser despedida del mismo.
Por fortuna tenía ahorros de sus abuelos que la heredaron a ella como primera nieta de una larga fila de treinta descendientes.
Así fue gastando sus dineros. Pero consiguió que Felipe, su antiguo novio, siempre por vía telefónica fuera comprándole las obras de arte que ella le indicó en dónde, cómo y a qué precio en las subastas que Ofelia muy bien conocía en sus andares como aprendiz de pintora. Profesión en la que jamás avanzó, pero sí en cuanto a ser intermediaria y buena vendedora, conocedora pues en esos avatares en sacarle jugo al arte de los creadores a sus costillas y poco aprecio a los dineros que surgían de ahí en una sociedad como la nuestra dada al consumismo.
Felipe prosperó tanto con los males de Ofelia, su terror a salir; y sus bienes su próspera manera de manejar la fortuna heredada de sus antecesores, que llegó a hacerse multimillonaria tanto que Felipe se dedicó de tiempo completo a esos quehaceres siempre manejado por ella, al grado de haber dejado el trabajo que tuvo en la misma oficina donde, una época, fueron novios.
Pasaron varias décadas, Felipe que en ese periodo llegó a divorciarse hasta en tres ocasiones quiso, ya por interés pecuniario, reanudar amores con Ofelia, pero sus intentos fracasaron una y otra y otra vez, hasta llegar a olvidar cómo eran las facciones de ella.
Nadie volvió a verle. Ni nunca más salió de su casa. Ni cuando sus hermanos, uno tras otro, fueron falleciendo. Ella quedó sola, únicamente con el caro auxilio de Felipe; hasta convertirse en leyenda en su Puebla nativa.
Comentario
A veces uno decide dejar de ser sociable y ser alguien que es solo una sombra , muy buen cuento
Gracias
mary
Gracias por compartir el fruto de tu inspiración. Bendiciones, Chente.
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