De pronto, el atropello,
y fuiste conmigo dos veces al veterinario.
Y ahora con bozal y cuello isabelino
para poder curarte y que no te lamas las heridas,
Poco a poco, renqueando menos,
corriendo más, hasta ser de nuevo la Venus
que llegó como una mota de amor en el marzo anterior,
desde el Bajo Los Rodríguez.
Pero todos son estos asombros,
o estos boquetes que abrís en las cercas,
en las mallas que colocamos
para que no vayás más a la calle
a perseguir las motos.
Quédate en casa,
como decíamos no más ayer en la pandemia.
Tomá tu fruta, tu alimento,
el cocodrilo de juguete o el aro
que abre su boca para que me lo alcancés
después de cada brinco inusitado.
Sí, ella riega de nuevo las plantas,
los poetas nos visitan con sus versos
de amores inconfesos,
y vos, debajo de la mesa,
mordisqueás las sandalias,
los calcetines descuidados y las mariquitas
al pie de la chimenea
Ya te curaste, pequeña obstinación
y aún no aprendés
de las viejas heridas el propósito
de no salir a la calle a perseguir
los raudos motores que inventamos.
Deu un nuevo poemario en formación
derechos de autor protegidos por ley
Comentario
De nada, Ronald, te lo mereces.
Un abrazo :)
Gracias, Silvana, qué dicha que te ha gustado, abrazos
Gracias, Delia, por el bello comentario y el destacado, abrazos
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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