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Madre, en este memorable día,
me invade de nostalgia el corazón,
y me llena de cruel melancolía,
porque ya no me das la bendición...
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Tu imagen es la estrella vespertina,
que ilumina mis noches de quebranto,
y del cielo disipas la neblina
de mis ojos, cubiertos por el llanto...
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Ya no puedo vivir sin tu consuelo;
sin la dulce piedad de tu mirada,
pero sé que me guías con desvelo.
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Mas un día mi vida, ya cansada,
buscará el dulce abrigo de tu velo,
cuando llegue al final de la jornada.
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Nolberto Marín.
Comentario
Qué hermoso final, se percibe el sentimiento en los versos. Felicitaciones Poeta.
¡Muy bello, Nolbert!
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