¡Oh, la ciudad!

 

Cuando su atmósfera se torna

asfixiante y opresiva

huyo veloz hacia el campo.

 

En él solo parecen regir impulsos,

por la única fuerza de la naturaleza

que se despliega con toda su hermosura,

armonía temblorosa y misterio.

 

Y ahí, ante mi presencia asombrada,

se desarrolla un diálogo

entre sus efímeras expresiones,

no por ello menos cautivante.

 

Al apoyarme en un árbol

me sobrecoge un sonido

de savia ascendiendo…

rugido de rebelión ante los límites

impuestos por el tronco,

su protesta contra

ese cautiverio inmerecido.

 



De pronto se inicia una sinfonía

de ramas floridas y hojas trémulas

con un fondo prestado por aves canoras

y el campo se llena de notas musicales.

 

Cual broche de oro

un aroma dulzón

traspasa el espacio

 

Ese conjunto constelado

de colores, sonidos y perfume

inunda mi cuerpo y sentidos

mientras el éxtasis me recorre

como un relámpago.

 

Me abro finalmente

como una flor ante

la vida palpitante

y esa plenitud inexpresable.

 

Lejos queda la memoria

del sofocante laberinto ciudadano.

 

Delia Checa - D. R.

Mendoza, Argentina

2017

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Comentario

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ADMINISTRADOR
Comentario de Delia Pilar ayer

Gracias, Elías.

Saludos. 

Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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