Jugaban
corrían
reían
gozaban.
Y si alguna vez un quejido
de entre la dicha escapaba,
transmutábalo el viento en
brizna de carcajada.
Los muchachos de entonces
miraban de reojo para arriba
a la barba de don Pancho,
al bigote de don Jaime,
a la faz de doña Aurora
y sus guiñadas de aire.
¡Qué viejos son! –se decían–
¡Cuánto rezan y deliran!
¡Cómo huyen de la…
ContinuarAgregado por Samuel Eleazar Quispe Alvarado el enero 25, 2025 a las 3:46pm — 3 comentarios
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