Llegué igual que siempre,
me miré en el espejo,
descubrí su cartera
encima de la mesa
las llaves, los anteojos,
ese libro empezado
hace muy pocos días...
Su Facebook, su perfume
y las poesías mías...
Aquella mecedora
se encontraba vacía,
aroma a caramelo
ya nunca más habría...
Las fotos de sus nietos
en marcos de madera,
flores de hule tristes
deseando primaveras...
Todo estaba callado...
su cama, sus tapados,
y costosos vestidos
la esperaban ansiosos,
deseando ser lucidos...
Un caderín vistoso
miraba entre dormido,
y el mantón de flamenco
que tanto había querido...
Se entremezcla el futuro,
el presente, el pasado...
Un sin sentido amargo
la pena traicionera
presagiando el destino
me toma prisionera,
se instala en mi camino...
Agoto las palabras,
ya nada me consuela
voy viviendo recuerdos...
¡y perdiendo a mi abuela!...
ALMENDRITA
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