Aire redondo, amado, imprescindible, con color de rosa
y de leche blanca, curvatura de tierra y árbol. . .
Es mi casa. Su fachada tiene el semblante de la inmensidad.
Busco su altura, miro sus ventanales y no encuentro límites.
Así de unívoca es.
Hallo mi esencia al sólo pronunciar “casa”
y brota la fragancia del eucalipto que guarda su entrada.
Mi raíz está en la casa,
en lo prístino de su canto de agua y pan.
En ella no existen las contradicciones.
Tiene corazón mi casa.
Es calor en lo oscuro del albergue,
es silencio que une la voz y el ademán,
y en el espacio ahuecado de mis manos
cabe una ráfaga de luz como la
que entra por la puerta de los establos
para que entienda el sentido de mi ser, coronando mi cabeza
con los maderos de la Cruz Infinita
que convocan a Dios y al Universo.
La recuerdo con amor y le digo a su ventana:
“hoja del espíritu que mide todo mi mundo de infancia”. . .
Mi poema se calla, se empapa de agua clara y se confiesa
comulgando con la casa en que nací .
MARITA RAGOZZA DE MANDRINI
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Que hermoso. Felicidades
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