Una multitud pareciera arrastrar mi cuerpo. Es angosto el camino.
Miro las lejanas colinas donde sentí fundirse nuestro amor,
tras los gigantes árboles, hoy, de fuego, de sol abrasador.
Revolotean en mi alma tus sedientos labios; tus versos,
que caían en mis ojos como candelas ebrias de pasión.
Te adoré en cada latido de mi corazón y en el sendero,
las llamas de este amor abrían las corolas conque adornabas
mis cabellos…
Callan los trinares, la lluvia de verano apura mis pasos.
El tren de la vida llega a su destino y en mí se acumulan
todos los miedos.
La desazón me invade; mi vestido rojo, aquél que tanto
te gustaba, se pega a mi cuerpo tembloroso.
Te veo, vuelo a tu encuentro y tu único brazo me aprieta a tu pecho.
Bajo la lluvia dos almas se funden y ya no importan los truenos de la guerra.
¡Con las alas de mi alma volverás a volar, amor!
Matilde Maisonnave
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Excelente relato, de gran emotividad.
Gracias por compartirlo.
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