LAS DOCE CAMPANADAS

Amanecía el 24 de diciembre.  El sol caía a través de la mampara.  Abrió los ojos y prendió el televisor para saber las últimas noticias.  Era la única conexión que tenía con el mundo exterior. A raíz de la muerte de su esposo,  se había “recluído” inconscientemente en su casa de playa.   ¡Ah su esposo!  ¡Cuánta falta le hacía!  Sobretodo que el hombre en el postrer tramo de su vida, es donde más requiere de su compañero ya que el invierno llega inexorablemente.   Y estando precisamente en el umbral del invierno,  él se va al cielo. ¿Los hijos?  No es igual.

Respiró profundo y apagó el televisor,  ni escuchaba menos entendía lo que decía el narrador de noticias.  Su mente estaba en otra cosa.  Había que arreglar la casa y arreglarse ella misma.  Esta vez iba a ser muy difícil escuchar las doce campanadas.  Recordó por un instante:  "A las doce justo sonando las campanas,  mi marido me entregaba una flor roja.  ¡Lo hizo desde que pasamos la primera Navidad juntos!"    Otra vez, su entereza se quería venir abajo.  ¡No, no estoy para llantos! se dijo.  ¡Afuera tristeza!  ¡Hoy es Navidad!

Entró al baño a ducharse y se dio de cara con el espejo, ahí estaba siempre la amiga aquella.  Se miraron,  por un instante, las  miradas se retaron. 

Si, que esa amiga de toda la vida, había envejecido;  y considerablemente en los últimos meses.  ¡Oh sí,  has sentido el golpe amiga!  Tú que parecías ser,  “Dorian Gray” te cayó una avalancha de arrugas.  ¡Dios qué ojeras para feas!  ¡Y qué delgada estás!  ¡Ahora pues, ahora es cuando vas a tener que demostrar aquella fortaleza que siempre has ostentado!  Ahora que has de recorrer este último tramo de vida, mascullando nostalgias, tratando de no hundirte en tu soledad!  Es por eso que dicen que los ancianos son frágiles, tú no serás la excepción.  ¿Todavía te sientes valiente, sabiendo  que estás aguantando el alboroto de lágrimas que pujan  por salir de sus cuencas?  Já  Veamos cuán fuerte eres en verdad.  ¡Tú que siempre te has jactado que todo lo puedes!  Ahora quiero verte!  

La quedó mirando muy seria a través del espejo  y  respondió: ¡Ya lo verás, claro que puedo!

Luego que se duchó,  no volvió a mirar a su amiga; y, fue a preparar la comida de sus perros.  Tenía cuatro perros que cuidar.  ¿Qué cómo se había hecho de ellos?  Muy larga la historia como para contarla.  Los amaba,  con el tiempo de convivencia, sabía cómo era cada uno de ellos.  La forma de ser de cada perro es  distinta.   En realidad no sabía si ellos habían aprendido a hablar o ella a ladrar.  Había una comprensión total,  mejor que con los humanos.  ¡Ah cuántas cosas se van aprendiendo con las circunstancias de la vida! 

Uno era su “engreído”  Timo. Era cariñosísimo y un tanto confianzudo.  Se subía a su cama cuando ella no lo miraba y bajaba de un salto ni bien ella entraba a la alcoba.  ¡Te he dicho que no se sube a la cama, para eso tú tienes la tuya!  Timo muy fresco como respuesta le ponía sus dos patas en el pecho moviendo la cola y lamiéndole la  mano.  ¡Ah que  “niñito” éste para ganársela a uno!

Pasó el resto de la mañana limpiando a su manera la casa.  El árbol de navidad tenía encendidas sus luces y ya en la tarde como a las seis prendió todas las luces de la casa; hasta las de la piscina.  Si, era una casa grande y muy linda.  Recién la habían construido ella y su hija mayor.  Eso había sido bonito.  Por primera vez había sentido, la satisfacción de lograr un objetivo en forma mancomunada; desde luego haber construido en forma conjunta, todo había resultado más fácil.  El resultado estaba a ojos vista: Una bella y amplia casa con mamparas y piscina con caída de agua por las paredes. Pintada de blanco con pisos relucientes con mayólica blanca recubriéndolos.  Ideal para inspirarse y hacer  poemas. 

En sí,  no podía quejarse del trato que le daba la vida;  tenía una vivencia cómoda,  en un lugar apacible,  podría decirse “hasta con lujos”; viajando a Miami cada vez que quisiera y yendo a su otra casa de campo de vez en cuando con su camioneta.

El problema radicaba en su estado anímico,  donde no había mamparas ni piscinas, ni luces ni viajes que distrajeran ese sentir hondo que la empujaba a una depresión calamitosa.  Y pensar que ella misma, había escogido ese estado de vida.  En ningún otro sitio se hallaba cómoda;  no obstante que las hijas se peleaban por vivir con ella.   Si, sentía el calor que le ofrecía su entorno; incluyendo amigos, primos;   era ella la que se aislaba.  Ya habría tiempo para analizar el porqué.

Cenó algo ligero; y le entró algo de modorra por la digestión.  Y sin acostarse bajo sábanas, se echó en la cama  entrecerrando  los ojos a fin de estar descansada a las doce de la noche.  Su hija, con los nietos ya no tardarían en llegar. 

Y recordando otras navidades con una lagrimita impertinente que se escapaba, evocó imágenes de cuando iba a última hora con su esposo a comprar un regalo que faltaba; o, una botella de champaña de tal calidad.  El bullicio de las calles,  las luces por doquier, ella cogida de la mano cálida y suave  de su “novio” en ese entonces, esposo después;  con la gente que iba y venía con rostros resplandecientes,  moneando con vestidos nuevos, riendo a carcajadas;  y,   ella mirando  por momentos embobada esa rara belleza muy varonil,  que despedía el hombre que amaba.   Se quedó dormida.

¡Abuelita, mamá!  Aquellos llamados, golpeando el portón, la despertaron.  ¡Se habrán olvidado la llave!   Desde su cama gritó: ¡Ya voy,  hijos míos ya voy!  ¡Llegaron, llegaron, chicos vamos a recibirlos!  les dijo a sus perros. Dos ya estaban en el portón haciendo laberinto y medio.    Sintió un cuerpecito a los pies de su lecho.    ¡Oh otra vez este Timo en la cama! renegó. 

Prendió rápidamente la lamparita de su habitación, la única que había permanecido sin encender, miró la hora, faltaban solo minutos para las doce;  y,  poniéndose de pie se dirigió al perro:  ¡Te he dicho que a mi cama….!   Quedó paralizada y sintió un rarísimo  temblor en el cuerpo; por un instante no supo que pensar, lo miró con los ojos muy abiertos,  llevando como reflejo instintivo  la mano izquierda a la boca,  por el impacto de asombro debido a  lo que estaba viendo.

El perro que se había incorporado,  la miraba fijamente;  y, pareciendo que  “sonreía”,  estaba bien erguido,  moviendo  la cola con… con   ¡Una FLOR ROJA en el hocico!   

El reloj en ese preciso instante dio doce campanadas.

Beatriz Vicentelo

Derechos Reservados

PERU

 

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Respuestas a esta discusión

Mi querida Bea...

Una historia muy sentida.

La vida va dejando en el camino a nuestros seres queridos; pero cuando Dios lo dispone, nos manda a otros que sin suplir los afectos, a veces nos dan sorpresas; sobre todo cuando menos se lo espera una.

Timo en ese instante se convirtió en ese amado esposo que cada Navidad le entregaba esa rosa roja...

Bonito cuento.

Gusto leerte

Te abrazo 

Siiii querida Iris,   suceden hechos en esta vida,  apariciones,  te apagan la luz,  una música que la radio pone en el preciso momento que tú haces una pregunta, que te dejan pensando que no estás realmente SOLA!!

Gracias mi reinita por tu comentario,   estuve sin electricidad dos días seguidos, están haciendo refacciones en donde vivo.

Besos querida mía

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Ay querida Betty que historia tan conmovedora... es como lo expresas en tu cuento cuando un ser querido se va de este mundo que dolor y vacío...pero en realidad  no es así ellos siempre están en nuestra alma  y la magia de la navidad todo lo tiñe de amor para el gozo de nuestro corazón besos y muchas bendiciones. Alicita

Si;  bueno no en este caso, porque es invención lo del final;  pero cuano suceden extrañas yo creo que las propicia la energía de evocación de uno misma!

Gracias mi Alicita encantadora por leerme...

Muchos besitos en tu linda frente!!

¡Amiga... qué emoción he sentido con tu bella narración, han sido tantas las emociones que nos has transmitido desde tu corazón! Recuerdos y memorias que hablan y despiertan las nostalgias y esa añoranza que irrumpe en los silencios.

Un final precioso e inesperado que nos deja el eco sensible de tu talento.

Bueno si,  hay partes que realmente me suceden como eso de tener varios perros que me entretienen con sus juegos,  parece que hablaran amiga.  Yo se cuando quieren comer, cuando quieren salir a pasear, me jalan el vestido, el pantalón  y cuando tienen sed.  Hay una que hace huecos en el patio que tiene piedrecitas y eso lo hace cada vez que quiere agua  jaja También es cierto que hablo con esa mujer antipática del espejo  jaja 

Desde luego el final si, es inventado querida amiga.

Muchas gracias por leerme y por comentarme.

Un mundo lleno de besos"

Te confieso que pensé lo mismo que Ma de los Ángeles.Bueno,lo importante aquí es que lo disfruté, un beso poeta inmensa

Es que si mi lindo Kin,   hay parte de mi vida y hay parte inventada.   

Antes con la amiga del espejo,  nos hacíamos muecas y terminábamos riéndonos.  Eso era para alegrarme y lo hacía constantemente cada vez que peleaba con mi hermano Paco.   ¡Era una chiquillada!  jaja  De ahí quedó que cada vez que me miro en el espejo digo:  Hola como estás y ahora en qué andas?  jajaja

Gracias mi querido amigo por leerme y por tu gentil comentario...

Besitos 

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Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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