Baserri
Sobre ese verde quieto
y en un lugar de nadie,
clavadas en el viento,
se adivinan las casas
que están allí desde hace mucho
inmóviles,
oscuras,
solitarias.
Velando un espejismo de candor
o extraño testimonio,
abismadas en siestas amarillas
a veces en sordina
o, en simples ocasiones,
junto a la algarabía de gorriones borrachos
que irrumpen repentinos
en las tardes cerradas.
¿Quién contempla esos muros
que son como pañuelos de lentas despedidas
sujetos con alfileres a las zarzas del tiempo?
Pero allí están,
como dalias salvajes medrando en los rastrojos,
con una persistencia de raíces
maceradas en los sueños
o en esas manchas de musgo inveterado
que trepa por las grietas
donde un viento inclemente
se acuna entre las sombras
como un rumor de aguas contenidas
o en torvas intemperies
que se abaten en sus flancos.
¿Qué tienen esas viviendas
grises,
desnudas,
ateridas,
que miran asombradas desde otras navidades.
Aquel río y esas islas,
les prestan su salmodia de verde lejanía
y, en los patios de tierra,
crece un vaho silvestre de cándidas violetas
que acarician los ocasos asolados de hastío.
Los días y las noches están allá
cercados con exilios de bruma
como un lecho donde, aún,
no han bajado los ángeles al mundo.
Roberto Farías (Roberto José Marcelo Farías)
Villa María, Cba. Argentina - 14 de enero de 2020.
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Excelente trabajo. Me ha encantado.
La creatividad en las imágenes usadas logran crear el impacto.
Gracias por participar.
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