Un viejo de mísero aspecto
dormita al margen del sendero…
pelo ceniciento…
las manos nudosas
-alas de pájaros dormidos-
me recuerdan
el trabajo campesino,
rudo y sin pausa.
En las comisuras de la boca
se visualiza, por instantes,
una sonrisa…
quizás rememore en sueños
épocas felices
en que con su compañera
llenaban su hogar
de pañales y risas…
un secreto enigma
o quizás…
arrullos de madre
de una lejanísima
y dorada edad.
Hombres cual una
sombra extraviada
pasan a su vera,
ausentes;
la ignorancia de las cosas eternas
los paraliza y con desprecio
dejan un mendrugo
o unas monedas
olvidadas hace tiempo
en el fondo de un bolsillo.
Pero yo intuyo en esa frente,
castigada por el sol inclemente
y la intemperie,
el fulgor de una estrella
de misterio infinito
o un secreto enigma.
Y me digo…
¡no hay ser que no posea
un chispa de divinidad!
Delia Checa - D. R.
Mendoza, Argentina
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Todos la poseemos, y sobre todo las personas desprotegidas. En otros seres, aunque posean la divinidad, pues todos somos hijos de Dios, no la veo. Hermoso poema. Me ha gustado mucho. Bss.
Muy agradecida por haberte detenido en mis letras y dejarme tu grato comentario, María.
Un abrazo fraterno.
Agregado por Nilo 0 Comentarios 1 Me gusta
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