DESCUBRIMIENTO I
Llegaste con la brisa marina a la costa
noruego desterrado, pirata “el Rojo”,
y a la “Tierra del vino” fue tu antojo
Vinland nombrarle a paradisíaca floresta,
jamás “América” deplazadora al mérito
de tu desinteresado descubrimiento,
y fue mi tribu que ¡Quezalcóatl! te gritó al viento,
y Serpiente Emplumada fuiste el dios súbito
que el mar se llevó limpias tus manos vikingas,
prometiendo volver con ayuda que livianiza
la arcaica faena de estas tierras prometidas.
Y el tiempo te perdió “pequeño” en la cornisa,
mas la espera en los ojos reflejaban las aguas
por Quezalcóatl que vendría con fraterna sonrisa.
Teresa González
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