Preliminares
Este fue un trabajo propuesto por un veterano escritor, con ya varios libros publicados en su haber, que dirige un Taller de escritura.
Fue encomendado a los participantes del taller con explícitas indicaciones, entre las cuales constaba un picaresco artilugio, proveerse de un imaginario antifaz para así esconder sus identidades, y poder explayarse sin escrúpulos, o sea sin restricciones.
Después de ser presentado el ejercicio, todos juntos, escritor y alumnos, analizarán los trabajos presentados.
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Dueto literario (trabajo de taller)
LA MÁSCARA
*Demasiado trivial esconderse tras una máscara, es más, vislumbra no simple cobardía, sino me atrevo a considerarlo como una falta de respeto, para establecer un dueto digno de su nombre.
Entonces estimada colega, luchemos a cara libre, ¿o es que no te arriesgas o quizás te falta valor para ello?
Si, ya sé que ese fue el pacto acordado, ambos detrás de una máscara, para así evitar posibles malos entendidos, si...recuerdo bien las pautas especificadas, pero he decidido ser más arriesgado, y llegué a la conclusión que las cosas deben decirse con la frente bien alta, los ojos bien abiertos y sin pestañear, con voz firme y sin titubear...-Así soy y así me presento-
¿Qué respondes?
*Tu desafío me llega, claro que sí. Tu voz, firme y sin titubeos, resuena en este espacio donde las palabras son a veces escudos y otras, puñales. Has descorrido el velo de un pacto, y eso, lo reconozco, tiene su propia valentía.
Pero, ¿cobardía? ¿Falta de respeto? ¡Ay, colega! Conozco la piel de la máscara, la he llevado puesta por años, sin saberlo a veces. No para esconder el miedo a la batalla, sino para proteger la vulnerabilidad de lo más hondo. ¿Crees que siempre es cobardía ocultar la piel si lo que muestras es el alma, desnuda y sincera, sin los artificios del rostro conocido?
Decir las cosas con la frente bien alta y los ojos abiertos, sin pestañear… sí, es tu forma. Y la respeto. Pero no olvides que también hay verdades que florecen en el susurro, en la penumbra del antifaz, cuando uno siente que puede soltarse sin el peso de la mirada ajena, esa que juzga antes de comprender.
Ser mujer es a veces llevar mil máscaras sin saberlo, una para cada rol, para cada expectativa. Y en un taller, este antifaz imaginario era, para muchas, la oportunidad de despojarse de esas otras caretas invisibles que nos impone la vida. Para ser, quizás por primera vez, solo palabra pura, sin género, sin nombre, sin historia conocida que condicione.
¿Que si me arriesgo? Mi vida entera es un riesgo, colega. Cada verso que escribo, cada paso que doy, es un salto al vacío sin red. Y mi valor no necesita demostraciones públicas ni duelos de frente alzada. Mi valor reside en lo que siento, en lo que late cuando nadie ve, en la fuerza silenciosa de mi estirpe.
Así que sí, soy mujer. Y así me presento. Con la mano en el corazón que palpita detrás de cualquier máscara, y los ojos bien abiertos, no para desafiarte, sino para mirarte, con toda la calma y la verdad que he aprendido.
¿Mi respuesta? Mi respuesta está en cada palabra que me atrevo a soltar, con antifaz o sin él. Porque la verdad, querido colega, siempre encuentra su camino, vista o no.
*No salgo de mi asombro, querida colega de la pluma, creo que tu actitud es un tanto exagerada; haz salido a una batalla a campo abierto, no obstante despojada de una máscara como lo requerí, pero eso sí con una especie de armadura cubriendo tu cuerpo y empuñando tu pluma a semejanza de una espada.
Es más, parecería que tus, supuestas explicaciones, son una especie de proclama contra los posibles “ataques” de todo aquél que ose disuadirte de tu espíritu guerrero.
En una palabra, quedé anonadado después de leer tus huellas tan efusivas.
*Querido colega, ¿anonadado? Me sorprende que te sorprenda. ¿Acaso no fue tu propia propuesta, tu invitación a "sacarse la careta", la que encendió esta efervescencia que ahora te asombra? Dices que salí a campo abierto, y así fue, siguiendo tu propia demanda. Despojada de la máscara, sí, pero no inerme. Confundes quizás la autenticidad con la agresión.
No hay armadura, colega, solo la piel, un poco más curtida quizás. Y sí, mi pluma es mi espada, mi herramienta, mi voz. ¿O esperabas que, al quitarme el antifaz, me quedara en silencio, sumisa ante tu desafío? Mis "explicaciones" no son una proclama contra "posibles ataques", sino una reafirmación de mi espacio, de mi forma de habitar la palabra, con la honestidad que tú mismo reclamabas.
Si mis palabras te resultan "efusivas", es porque detrás de ellas hay una vida, una estirpe, una voz que no siempre ha podido resonar con tanta libertad. Quizás, lo que te anonada es que el eco de esa libertad sea más fuerte de lo que imaginabas. ¿No es precisamente eso lo que buscábamos con este ejercicio? ¿No era la intención de ese "picaresco artilugio" el poder "explayarse sin escrúpulos"?
No confundas el espíritu guerrero con la falta de respeto, ni la pasión con la exageración. Tal vez respondí a tu llamada con la verdad que brotó, sin filtros, sin máscaras. Te pregunté: "¿Qué respondes?". Y yo respondí con todo lo que soy.
Así que sí, sigo aquí, colega, sin caretas, con la pluma en la mano, y esperando que este asombro se transforme, no en recelo, sino en un verdadero diálogo a cara descubierta. ¿O crees que la verdadera batalla ya ha terminado?
*Muchos son los interrogantes, querida colega de aventuras…
¿Por qué reincides en que esto es una batalla?
¿O es que al mostrarte así como eres, tienes miedo a las represalias?
¿Por qué da la impresión que temes hasta a tu sombra?
Es valedera tu apreciación que la palabra es la herramienta del poeta, pero debe utilizarse para construir y no para luchar contra el viento y la marea.
Soy de los que mantiene que el mundo está hecho para los valientes, pero no por ello debemos avasallar, con el fin de lograr nuestro objetivo.
Antes de que sea tarde, te propongo un cese de fuego, ¿es mucho pedir?
*Colega, me leo y te leo, y una imagen se dibuja en mi mente, una que siempre ha estado entre nosotros, aunque a veces la niebla de lo expresado nos impida verla con claridad. Imagino que esta conversación sobre las máscaras es como una danza antigua, de esas que el sol y la luna bailan cada día al encontrarse en el horizonte.
Tú, como el sol, lanzaste tu luz sobre la idea de quitarnos el antifaz, invitando a la desnudez del alma. Y yo, quizás como la luna, reflejé esa luz con la intensidad que me es propia, con el eco de una voz que lleva mucho tiempo queriendo resonar sin miedo. Si mi respuesta te pareció "efusiva", es porque el brillo de esa libertad, una vez desatado, es difícil de contener. No es una proclama de guerra, amigo mío, sino el simple acto de habitar mi propia piel con la pasión que me define, esa que conoces desde hace tantos años.
Recuerdo nuestras charlas interminables, esas donde las palabras fluían sin esfuerzo, construyendo puentes, no muros. Donde cada "sentir" era un regalo, una pieza más en el puzle de nuestra amistad. Mi pluma, sí, es mi espada en el sentido de que es mi verdad, mi herramienta para esculpir lo que llevo dentro. Pero nunca ha sido una espada contra ti, sino una aliada para excavar en lo profundo, para construir y para, si es necesario, defenderme de la incomprensión, no de ti.
Preguntas por qué reincido en que esto es una batalla. Y te juro que en mi corazón no hay tal intención. Tal vez la fuerza con la que abrazo la autenticidad se confunda con la beligerancia. Pero no, no temo a mi sombra, ni a las represalias. Lo que temo es el silencio, la impostura, la media verdad cuando se nos ha invitado a desnudarnos el alma.
El mundo es para los valientes, dices, y estoy completamente de acuerdo. Y la mayor valentía, a veces, es mostrarse tal cual uno es, sin adornos ni filtros. Mi respuesta fue mi verdad, la que brotó sin pensarlo, en el mismo espíritu con el que tú lanzaste tu invitación.
Así que, querido colega de aventuras, no hay necesidad de un "cese al fuego" porque para mí, nunca hubo guerra. Solo el deseo de que este asombro se disuelva y se transforme, como la niebla al amanecer, en un diálogo aún más sincero y profundo, a cara descubierta. Porque la verdadera conversación, la de dos almas amigas, apenas comienza a danzar.
Un abrazo que no necesita máscaras.
*Pues bien, una vez más la cordura venció, la disparidad fue disuelta como la llegada de la primavera deja detrás al crudo invierno.
Así de simple, cara a cara, pluma frente a pluma, y ambas se estrechan como en un reencuentro de verdaderos amigos.
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Autores
Natuka Navarro (España)
Beto Brom (Israel)
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Imagen de la WEB c/texto anexado
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