GRAN POETA CÉSAR CALVO, DIJO EN 1997, QUE QUIEN QUIERA LEER AL POETA PERUANO CARLOS GARRIDO CHALÉN, DEBE ESTAR PREPARADO PARA VIAJAR DE MEMORIA HACIA SÍ MISMO, DESDE DISTINTOS TIEMPOS A LA VEZ, PARA ENCONTRARSE CON LA HISTORIA
Por César Calvo
Quien aborde el libro “Confesiones de un árbol”, debe estar preparado para viajar de memoria hacia sí mismo, desde distintos tiempos a la vez, inmediatamente después de mis palabras. Porque este poemario de Carlos Garrido Chalén, además de conmovernos con los enigmas propios de un talento genuino, tras de las apariencias y maneras directas de sus versos ofrece una lectura imprevisible a través de la cual podemos encontrarnos (entre otras creaciones del autor) con la Historia. Con la secuencia histórica de nuestra fundación en estas tierras.
Hace cincuenta mil años, hasta donde alcanza mi memoria, los asiáticos originarios de la Amazonía nos vimos llegar por primera vez desde el Norte del Frío.
“Cuando cumpla mil años me iré a vivir al mar…
Y como he sido un árbol viviré entre corales
para seguir las huellas que dejan las barcazas”
Y por el mar hemos continuado llegando en gigantescos juncos hasta hace dos mil años. Ha poco se encontraron, en las aguas costeras de California, las anclas de granito de esos juncos. El Carbono 14 confirma que las naves vinieron desde China dos mil cien años antes que Cristóbal Colón; cuando nosotros no éramos nosotros, sino nuestros ancestros arawaks y habitábamos precisamente en ese aquí e antaño llamado California. Si los expedicionarios inicialmente guiados por Hsu Fu no llegaron a fundarnos como arawaks, sin duda cohabitaron nuestro segundo nacimiento.
“Yo estuve allí. En su centro. Con mis sueños
de disidente y agorero
y compartí su cielo cruzado por las flechas
de los pieles rojas vehementes”.
Cuando de California navegamos al Sur, no muy al Sur, constatamos que decenas de juncos semejantes a los nuestros ya nos habían precedido entre los recodos de México y Cuahotéhmocia en donde no éramos arawak sino quiché.
“Y como me empeño en recordar mi nacimiento…
salgo por allí a reproducir mis gritos de gitano
y juego a la ronda con niños que nunca conocí
pero que me aman.
Y hablo idiomas diferentes al pie de la ternura.”
En idioma quiché fue que escribimos, en esos lares que hoy son Guatemala, el libro de los libros más antiguo de esta humanidad – nombrado Popol Vuh – antes que decidiésemos viajar al fin del sur, mucho antes que los conquistadores europeos nos convirtieran de nuevo en analfabetos.
“Pero esta ebriedad la gozo cuando retorna los barcos
a los puertos
Y la disfruto mirando de reojo como regresan al mar
las olas sublevadas.”
“Y sigo al pie de la ventisca
hablando en una lengua quizás desconocida
para el bosque.”
Sabemos bien, con Don Luis E. Valcárcel, que entre los ríos Orinoco y Amazonas está la base común sudamericana formada por los grupos arawaks y quicé. Los maya – quiché, que desembarcaron en el Norte peruano, sembrarían sus voces genitoras en la lengua de yungas y mochicas que se emparejaría con la Wari y cuyos nietos directos son los idiomas quechua y aymara de nuestros días”.
“Sentía que la nuestra era la voz que heredaron
los yungas de la piedra
cruzando el firmamento…”
“Confiaba en la cautela de los juncos
enamorando al viento que llegaba..”
Los arawaks eligieron dos rutas caminadas, que – con las navegadas por los maya – quiché - configurarían la pareja plural de la cual somos hijos en el tiempo; aquellos hitos nómades que prosiguen demarcando la poligenie de nuestra identidad. No es casual que el autor sea Garrido y, además Chalén, y tampoco es casual que haya nacido en Tumbes. Tumbes y Suyang (que hoy es Sullana) estarían entre las primeras estaciones de nuestros antepasados maya – quiché.
“Yo no descubrí la pólvora
ni tampoco la rueda..
Pero nadie seguramente se opondrá
a que en compensación intente descubrir a la alegría”
En ese instante de la actualidad, cuando, hipnotizados por el vértigo tecnológico, no distinguimos ya entre escritura creadora y escritura impresa, mejor dicho: entre el acto de escribir un libro y el hecho de tenerlo impreso; cuando advertimos la solvencia de otros quehaceres e instancias inconscientes que coadyuvan, tal como la escritura, a la realización permanente que todo libro implica, la poesía de Garrido Chalén nos viene a recordar que un libro es un proceso, un sobre determinado proceso de creación – producción, y que su simultaneidad comienza mucho antes de ser concebido y vuelve a comenzar, interminablemente, cada vez que es leído.
Y nos viene a recordar que los humanos, antes que hijos de madre, somos hijos de su memoria. Nacemos ya amamantados por la memoria materna (y hablar de una memoria prenatal es hablar de memoria sin frontera de espacios en el tiempo). Antes de ser memoria, la nuestra ya tenía el designio de sus predecesores, pues los orígenes individuales no son diferenciables para la memoria del origen, cuya misión renace como pre nacimiento de memoria en memoria. Ya que cada memoria se confronta, En si misma, con la primera memoria original.
Y viene a recordarnos, también, que “habla”, “fabla” y “fábula” poseen idéntica raíz, pues habitamos un mundo nombrado con metáforas, un mundo que siempre será más mítico de lo que imaginamos.
Y viene finalmente a recordarnos que un libro, en verdad, se hace. Las palabras son fines en sí mismas, independientemente de quien las emplea, y desde lo inconsciente nos asignan sus propios discursos afectivos y memorias ilímites. Así también el libro se rebasa dentro de las temáticas conscientes de su autor y lo hace en el espacio terrenal de lo mítico, allí donde las metáforas perpetúan los instantes de un mundo amenazado por la impostura y distorsiones de la literalidad.
CONFESIONES DE UN ARBOL
Antes de ser un hombre
yo he sido un árbol bueno
sobre cuyas ramas creció por temporadas
la tarde con sus sombras.
En aquel entonces tenía mis propios tallos
y mis propias raíces
y servia de parque a los jilgueros.
Y no me molestaba cuando los enamorados
encorazonaban mi corteza
para cruzar con flechas sus sueños
en los míos.
Era un árbol firme
y nada me importaba más que ver mis frutos
venciendo el hambre de los niños;
No recogía uvas de los espinos
ni higos de los abrojos.
Tenía un alma vegetal infinitamente sensitiva.
Y eso lo sabían los grillos que orquestaban
mis fiestas coloquiales.
Era yo árbol para todos. Tronco vegetal
callado y majestuoso.
Pero sobre mi savia crecieron
mis viejas ilusiones
y mis iras.
Y me elevé al infinito irrigado por el llanto
del mismo firmamento,
y resistí estoico las ingratitudes
del clima
y sus tertulias.
Era yo un árbol con ganas de ser árbol!
Mi idioma era el idioma
que hablaban en secreto
los geranios
Y yo era para ellos como un hermano grande
rodeado de eucaliptos y gardenias.
No me van a creer pero yo,
antes de convertirme en caminante
siendo un árbol silente y majestuoso,
tenía el corazón de un ser humano.
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Querido hermano, ya tengo una foto en un video donde estas junto a Cesar, quiero enviarte una interpretación de la CANCIÓN DEL AGUA interpretada por Roberto Darvin, un amigo e interprete que también fue amigo de Cesar Calvo, va por correo privado pues no he podido encontrar el vinculo de Internet.
Bien querido Carlos Aníbal. Excelente. Cómo va lo del evento. Un abrazo afectuoso
ESTAS CONSIDERACIONES DE CÉSAR CALVO SON UN HONOR PARA NUESTRO CARLOS GARRIDO CHALÉN Y UN LUJO PARA UHE. SON DE UNA TREMENDA IMPORTANCIA.
MI ABRAZO AFECTUOSO.
Gracias Milagritos: mujer maravillosa. Te abrazo con mucho cariño
El evento es un hecho, pese a los tropiezos y las malas ondas, sera memorable, un abrazo.
Quiero dejar una reseña levantada de Internet con la biografía del poeta para mejor sopeso de la publicación.
César Calvo
César Calvo Soriano
Iquitos, 26 de julio de 1940 - Lima, 18 de agosto de 2000. Poeta peruano.
Biografía
Fue miembro de la Generación del 60 (Perú), cuya obra refleja el interés de este grupo en usar imágenes de la cultura y sociedad contemporánea en la poesía además de incorporar en algunas ocasiones otras propias de su región amazónica natal, y se relaciona con su militancia comunista.
Hijo del pintor loretano César Calvo de Araujo y Graciela Soriano Narváez. Establecido en Lima (1946), estudió primaria en el Colegio Pedro Tomás Drinot y secundaria en el Colegio Nacional Hipólito Unanue. Siguió estudios de Letras, Psicología y Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Vivió su infancia en un pequeño departamento ubicado en el tercer piso de la Calle Coca (4a cuadra del Jirón Carabaya) de Lima, la casa granja de Puente Piedra y la chacra de Chillón, propiedades de su abuelo Víctor Fuentes Soriano. Su juventud transcurrió entre la Calle Gremios (Jirón Callao), la casa en la Bajada de Baños de Barranco y su departamento en Las Begonias de Chiclacayo.
Viajero empedernido y aventurero recorrió muchas ciudades del Perú y del mundo, viviendo durante años en el Cusco, Iquitos, Londres, París, Madrid, Roma y Barcelona. De espíritu fraternal y desprendido, muchos gozaron de su amistad inconfundible y aquella risa estruendosa y contagiante que aún recuerdan todos aquellos que llegaron a disfrutar de su compañía sin distingo de edad, clase, raza, posición social y cultural, incluyendo por supuesto a grandes personalidades de la poesía, literatura, ciencia, artes y política nacional e internacional. Fue gran amigo de los pobres, irremediable amante de las mujeres y dulce protector de niños y animales. Su identificación y gran amor por la Amazonía y la ecología, lo llevó a dirigir la filial del Instituto Nacional de Cultura en Iquitos en 1975 durante el cual también fue Director de la Fundación Pro Selva en la misma ciudad, dedicada a la protección y difusión de la cultura amazónica.
En los tramos finales de su vida, al padecer de una enfermedad - parecía oír sonidos extraños- fue ayudado, para su recuperación, por el poeta laureado Rafael Alberti.
Ruta intelectual y literaria
Periodista fundador del diario “Expreso” en Lima, siguió como corrector, diagramador y redactor en “El Comercio” de Lima hasta el año 1963, luego asume la subdirección del diario “El Correo”. Editó Latin American Touring (1964-1965) con una edición paralela en español. Jefe de redacción en “La República”, columnista de “El Popular” hasta el año 1986, colaboró continuamente con las revistas “Gente”, “Caretas” y “Si”, siendo columnista hasta el final de sus días, en el diario “Perú Shimpo”.
Su talento lo llevó a ser guionista para los programas "Esta es su vida" y "Noche de gala" en Panamericana Televisión. Locutor en off en el cortometraje "A un viejo poeta en el Perú" (1977), de Alberto ‘Chicho’ Durant, dedicado a Martín Adán; fue además, declamador exclusivo de César Vallejo a pedido de su viuda Georgette Vallejo.
Calvo incursiona en la música con Cancionario (1967), colección de poemas escritos en forma de canciones. Varios de ellos fueron tomados, posteriormente, por renombrados cantautores y músicos como Chabuca Granda, Jorge Madueño, Raúl Vásquez, Juan Castro Nalli, Lucho Gonzáles, Víctor Merino, entre otros. Es el inicio de una prolífica producción en variados géneros como baladas, trova, landós, marineras, huaynos, yaravíes, panalivios, festejos, danzones, así como canciones infantiles. Muchos de estos temas son interpretados por reconocidos cantantes internacionales como Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Alfredo Zitarrosa, Mercedes Sosa, Rafael, Eva Ayllón, Susana Baca, Cecilia Barraza, Elsa María Elejalde, Miki Gonzales y otros.
Como director artístico del Conjunto Folklórico Perú Negro, Calvo aportó en la coreografía, vestuario y luces; además, como coordinador general en varios espectáculos, autor de los textos de "Y la tierra se hizo nuestra" que ganó el Premio Internacional de la Danza y la Canciòn de Buenos Aires en 1970,que llevó a este grupo al despegue de su carrera internacional.
Con tan sólo veinte años de edad, su primer poemario Carta para el Tiempo recibió mención honrosa en el primer Concurso Hispanoamericano de Literatura (1960), cuyos versos aún no han sido editados. En el mismo año, compartió con Javier Heraud el primer premio del Concurso “El Poeta Joven del Perú” con el poemario Poemas Bajo Tierra, que se publicó al año siguiente. En 1963 presenta su segundo libro, Ausencias y retardos. En 1966, gana una mención de honor en el Premio Casa de las Américas por su obra El cetro de los jóvenes. En el siguiente año, publica, junto con Javier Heraud, Ensayo a dos voces. Recién ese mismo año, sale a luz El cetro de los jóvenes en La Habana.
Otros poemarios suyos como El último poema de Volcek Kalsarets (1965), Cancionario (1967) y Poco antes de partir (1971) fueron incluidos en su quinto libro Pedestal para Nadie, obra que obtiene en el 1974 el Primer Premio del Concurso Hispanoamericano de Literatura y en 1975 el mayor galardón con el Premio Nacional de Fomento a la Cultura , Premio Nacional de Poesía.
En 1981 publica su magistral novela Las tres mitades de Ino Moxo y otros brujos de la Amazonía, traducida al italiano al año siguiente y posteriormente al inglés. Su talento poético vuelve en 1985 con su octavo libro Como tatuajes en la piel de un río. Luego, ese mismo año, se publican los dos primeros libros de su trilogía Los lobos grises aúllan en inglés, que revela los entretelones del atentado contra Juan Pablo II, continuando con el tercer volumen La verdad y solamente la verdad. Campana de Palo se publica en 1986, la cual recopila las columnas publicadas y censuradas, que escribiera para el Diario El Popular. Luego, en 1989 aparece su poemario Puerta de viaje en coautoría con José Pavletich y al siguiente año su último libro de la trilogía Los lobos aúllan contra Bulgaria. En 1995 se edita la traducción al inglés de Las tres mitades de Ino Moxo en Estados Unidos de Norteamérica.
César Calvo, considerado como uno de los mejores escritores hispanoamericanos por su inconfundible aliento poético, fallece repentinamente el 18 de agosto del 2000, casi al término de su último ensayo poético Edipo entre los Incas, que fuera publicado póstumamente en tres tomos por el Congreso de la República del Perú en el 2001.
REALMENTE TUS PALABRAS SON ODAS QUE ENGRANDECEN LA MAGNA POESÍA DE NUESTRO FUNDADOR
GRACIAS POR TAN BELLO APORTE
FELICIDADES!!!
Precioso video. No lo conocía. Yo aparezco en una de las fotos con los dos César gloriosos: César Calvo y César Miró que fueron los que me dieron el honor de prologarme mi Libro "Confesiones de un árbol". Vamos a divulgar ese video hermano. Muchas gracias
COLOQUÉ EL VIDEO PARA QUE SE VIERA DIRECTAMENTE EN UHE
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