EL TEATRO EN LAS ARTES (FRAGMENTOS DEL LIBRO "EL ARTE, UNA APRECIACIÓN PERSONAL)

EL TEATRO EN LAS ARTES (FRAGMENTOS DEL LIBRO “EL ARTE, UNA APRECIACIÓN PERSONAL, 2006)
Alejo Urdaneta

“Que la acción responda a la palabra y la palabra a la acción, poniendo un especial cuidado en no traspasar los límites de la sencillez de la naturaleza…”.

(Shakespeare: Hamlet. Escena II, Acto Tercero)

¿Cómo situaremos el género teatral dentro de las artes? A primera vista, se me parece a una pieza literaria, porque en él (digamos, en el teatro de texto) la palabra lleva el predominio. Tiene en su esencia los recursos del lenguaje apropiado para significar los temas esenciales del hombre: el teatro lo manifiesta en las obras cumbres del histrionismo, desde Sófocles hasta la mayor de las alturas del teatro: William Shakespeaere, y sin detenerse allí, hasta el teatro moderno.

Hay en casi todo el teatro el uso de la palabra como instrumento principal de expresión poética, porque también por los gestos del teatro del silencio pueden comunicarse sensaciones. Al arte teatral se añade una característica que define el género y lo hace individual, sea hablado o cantado: tiene a su lado la música, la pantomima, la escena; y también reúne la pintura, la escultura y la arquitectura. Puede decirse sin exagerar que en el teatro se yuxtaponen todas las artes: Están representadas las apariencias del mundo en un cuadro cerrado. ¿Cuál de todas estas formas del arte tiene preeminencia en la tragedia de Shakespeare, Rey Lear? La variedad de su estructura y la multiplicidad de imágenes de esta magna obra, es la prueba que pudiera justificar la extinción de los géneros artísticos, porque todos juegan en ella.

Rey Lear es el más asombroso drama, desmesurado y cargado de aspectos cósmicos, y ocupa sitio de preferencia por la superioridad trágica que ofrece. No hay aquí luz que consuele de tanta calamidad, y basta leer o presenciar en las tablas o en el cine el azaroso vagar de Lear en la llanura azotada por la tempestad, para darse cuenta de qué modo se unen en esta pieza todos los elementos del arte. A la voz desesperada se asocia el tumulto del huracán y el diapasón del trueno: “¡Lluvia¡ ¡viento¡ ¡trueno¡ ¡Rayo¡ Vosotros no sois mis hijas¡¡ A vosotros, ¡oh ingratos, no os tacho de ingratitud¡…” La escena lúgubre como el ánimo exaltado del personaje se asemeja a los parajes de la Comedia de El Dante. El cine ha puesto en escena Rey Lear y ha descrito este cuadro con sombría magnificencia, en la obra cinematográfica del director británico Peter Brook, y la música ha colaborado con la exposición del drama, sublime por su tragedia y por representar la variedad indescifrable de la naturaleza humana. Lo que en Lear hay de más bello y profundo es la especie de purificación a la cual es sometida el alma del viejo rey. Al referirse al universo espiritual de Shakespeare, el crítico y autor dramático Gabriel Marcel escribió: “La tragedia de El Rey Lear no se limita a mostrarnos que los pecadores pueden ser llevados, por las pruebas que ellos mismos se han buscado, a reconocer sus faltas y a arrepentirse de ellas: va más lejos al afirmar que esta purificación progresiva no anula necesariamente las consecuencias más amargas de una falta cometida por ceguera”.

El ejemplo de Luigi Pirandello y su Seis personajes en busca de autor” puede facilitar la comprensión de la idea que deseamos exponer: la obra de Pirandello representa una dificultad artística resuelta de modo casi perfecto en el modo teatral.

Esa dificultad estriba en mostrarnos por los medios escénicos y sin dejarlo en segundo plano, un problema metafísico; y esto es lo que constituye la esencia de la obra de arte: la simbiosis en que se forjan, nutridas de la misma savia, la realidad y la ficción. Pirandello nos ofrece personajes vivos que están fuera de la escena pero que forman la obra en sí misma. El autor no comprende con exactitud por qué su personaje, en tal ocasión, actúa de un modo o reacciona en otra de una manera que parece habérsele escapado al dramaturgo: el personaje pugna por salir del mundo con atuendo y personalidad propios, defiende su realidad y quiere que se muestre en la escena.

Este procedimiento de que los personajes vivan y actúen por su cuenta, fuera de la pauta de la acción, para mostrarse sucediendo allí a nuestros ojos espectadores, logra en la realidad no artística de esos seres reales que aspiran a vivir como paradigmas, que ellos sean realidad teatral, es decir artística. Lo hizo Cervantes cuando Don Quijote y su escudero, a medio camino de sus andanzas, sostienen una conversación con el Bachiller Sansón Carrasco. Hablan de sí mismos en tanto que personas que se ocupan del personaje.

En esta obra de Pirandello, uno de sus personajes, el padre, aspira a ser una criatura más real o más verdadera que aquellas que pasan por ser efectivamente reales; quiere tener “ser”, y ese “ser” que desean todos los personajes en busca de autor es el que le otorga de modo permanente el carácter artístico a la obra: su piadosa crueldad, ideal del drama de Luigi Pirandello.

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¡El Reay Lear y Seis personajes en busca de autor, de William Shakespeare y Luigi Pirandello, respectivamente, son tocados por tí, estimado Alejo, con conocimiento de causa y profunda decisión de estilo, a efecto de darnos un par de muestras de la maestría y metástasis del Teatro en la Literatura y las Artes en general, como una suerte de simbiosis entre el Ser y el Existir de la creación literaria ante el público lector o vidente!

Magistral, como siempre...

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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