LA POESÍA DE LA DESOLACIÓN Y LA TERNURA: INTIMIDAD DE GABRIELA MISTRAL (CHILE)

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LA POESÍA DE LA DESOLACIÓN Y LA TERNURA: INTIMIDAD DE GABRIELA MISTRAL

¿Poesía pura? Nada puro puede coexistir con las vicisitudes de la vida humana. El Poeta no está suficientemente lejos de la tierra ni tan cercano del cielo; tan solo tiene la idea de la perfección, para alumbrar con la llama de su palabra la morada deseada a la que Gabriela Mistral llamó “palabras serenas”:
“Mudemos ya por el verso sonriente
Aquel listado de sangre con hiel.
Abren violetas divinas, y el viento
Desprende al valle un aliento de miel”
(Palabras Serenas, en Desolación)

El poeta inicia su ascenso purificador y se recrea en el mundo ideal. Y sin embargo no puede abstraerse del todo. La inteligencia es vigía del imperio sensorial e interfiere en el acto creador. Ahora el Poeta reconoce su mundo terrenal con sus penas y alegrías, sus anhelos, y es eso lo que puede expresar con la palabra siempre insuficiente. El filósofo Ludwig Wittgenstein, en su empeño de poner límites expresivos a la palabra, nos dejó esta certidumbre: “¿Cómo puedo llegar a tratar de valerme del lenguaje para meterme entre el dolor y su expresión? Pero hay respuesta a tal pregunta diciendo que es ésta la función más enigmática de la poesía: expresar lo que la palabra en sí misma no logra hacer.

Desolación:
En Desolación se define el sentimiento oscuro e íntimo, manifestado como una jeremiada amorosa; pero también está en la obra lo religioso cristiano, casi litúrgico. Gabriela era apasionada y mística, y ese peso cercenaba la palabra fácil y juguetona, que logró en sus poemarios posteriores.
El recuerdo del abuelo mestizo con su caudal de fatalismo y sus rasgos indígenas estuvo siempre en ella, lo mismo que el sentido de la vida, inclinada a la tristeza y la introspección, que en Gabriela tanto pesaban. En el fondo de la naturaleza de Lucila Godoy latía por igual el antepasado vasco, entremezclado con la sangre judía de los ancestros de su madre. La lucha por la sobrevivencia y el acendrado sentido de la muerte eran visibles en Gabriela. Pero es posible que los signos de su estirpe no hayan sido determinantes en la senda que tomó su vida y su obra. Hubo, sin duda, las enseñanzas bíblicas que recibió de la abuela, o las doctrinas religiosas que le fueron inculcadas, pero su tendencia a la soledad y el dolor metafísico pudo nacer cuando se hizo patente la finitud y brevedad de la vida. No existía en la Poetisa el concepto de los límites entre lo natural y lo sobrenatural. Su amor intenso produce separaciones, tajos que separan a los seres, y ella no lo admitía. Su poesía es por eso un enlace entre la realidad y la mística, con acentos mágicos.

Penetra el creador en la esencia poética del mundo, a pesar de sus limitaciones, y no tiene sino el recurso de su propia experiencia existencial y el arma del lenguaje. Eso hizo Gabriela Mistral en su obra: reflejar las emociones propias, en Desolación, ante el dolor:
Iba sola y no temía;
con hambre y sed no lloraba;
desde que lo vi cruzar,
mi Dios me vistió de llagas.
Mi madre en su lecho reza
por mí su oración confiada.
Pero ¡yo tal vez por siempre
tendré mi cara con lágrimas!”
(Dolor: En Desolación)
El dolor desplegado en Desolación es purificador, una idea ahondada en el espíritu de Gabriela Mistral, como paso necesario para el ejercicio de su creación poética, que parece haber recibido como don de gracia.

Ternura:
Este libro reúne quizás sus más hermosa poesía. Es una obra centrada en los juegos de los niños, los sueños, los miedos y desvaríos. En fin, la ternura humana expresada en el decir poético, en el rescate de la infancia y en la proclamación del acercamiento al mundo y a los hombres:
“Yo no quiero que a mi niña
golondrina me la vuelvan;
se hunde volando en el Cielo
y no baja hasta mi estera;
en el alero hace nido
y mis manos no la peinan.
Yo no quiero que a mi niña
Golondrina me la vuelvan”.
(Miedo, de Ternura)

La poesía de Gabriela se ha desembarazado en este poemario de la desolación de sus primeras creaciones. Ahora escuchamos con los ojos, al decir de Francisco de Quevedo, una escritura sencilla en el verbo característico que identifica a nuestra Poetisa, con el vivo léxico rural de su pueblo nativo. Sentimos la proximidad de esta poesía respecto de las viejas tradiciones orales, con el ritmo y tono de conversación usual en el campo del norte de Chile.

Apegada a su tierra como siempre estuvo, Gabriela Mistral nunca declinó su raíz rural ni su pertenencia al campo. La vida y los pesares de los indios fue objeto de su observación sensible.
Lo comprobamos en su poema La tierra:
“Niño indio, si estás cansado,
tú te acuestas sobre la tierra,
y lo mismo si estás alegre,
hijo mío. Juega con ella”
(…)
“Cuando muera, no llores, hijo:
Pecho a pecho ponte con ella
y si sujetas los alientos
como que todo o nada fueras,
tú escucharás subir su brazo
que me tenía y que me entrega,
y la madre que estaba rota
tú la verás volver entera”
(La tierra, en Ternura)

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Alejo Urdaneta (homenaje)

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Respuestas a esta discusión

¡Precioso y preciso ensayo sobre la obra de esa gran poeta, chilena universal, Gabriela Mistral, Alejo!

Bellísimo ensayo, gracias Alejo por tu compartir, muy oportuno, para no olvidar las grandes voces de la poesía hispanoameriana, abrazos

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Ando revisando  cada texto  para corroborar las evaluaciones y observaciones del jurado, antes de colocar los diplomas.

Gracias por estar aquí compartiendo tu interesante obra.

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